Ahora o (quizás) nunca
Hará ahora cuatro años. Casi clavados. Justo después de la inesperada irrupción de Podemos en las últimas elecciones europeas, el banquero Josep Oliu declaró que habría que crear un Podemos de derechas. “Coño, el Podemos que tenemos nos asusta un poco”. ¿Qué debió de querer decir Oliu con una afirmación tan reveladora y desenfadada? Tal vez que, para contrarrestar la pujanza de un partido populista de izquierdas y con proclividad antisistémica, a los poderes fácticos de verdad –allí donde la banca y los media se encuentran– les convendría favorecer la aparición de un recambio partidista adaptado a los nuevos tiempos. Nada que nos tenga que escandalizar. Al contrario. Es política. Habría que entenderlo, diría, como una inversión preventiva. Utilizable si el PP, como consecuencia del terremoto generacional o su mala gestión, dejaba de actuar como el instrumento político de referencia del poder a la hora de garantizar la estabilidad del Estado y mantener su modelo económico, es decir, el sistema de intereses del sistema. Ahora parece el momento de probar el rendimiento que puede ofrecer el recambio.
Porque ahora más que nunca, después de la sentencia del caso Gürtel, habría un quórum oficioso: el ciclo presidencial de Rajoy parece languidecer después de haber desecado el espacio de centroderecha tradicional, inhabitable y convertido en un erial. Ahora ya sí, habida cuenta de que el sistema se habría dotado de una válvula de seguridad eficiente. Ahora sí, pues, después de muchos meses publicitando a Ciudadanos, sería el momento de esta fuerza de diseño y nacionalista propulsada desde el pasado mes de septiembre en las encuestas en virtud de la posición dura y clara que ha adoptado en relación con el procés. Pero ahora, paradójicamente, la moción de censura liderada por el PSOE podría alterar este escenario. Desde el otoño catalán Sánchez había abdicado. Como poco. Su liderazgo de la oposición o bien era inaudible o parecía errático casi siempre, en la estela de Rivera. Pero la corrosión del Estado en manos de los conservadores, insoportable, parece darle una última oportunidad. Los que piden elecciones no se la quieren conceder. Pero para la izquierda española es ahora o (quizás) nunca.