La Vanguardia

Torra insta a Sánchez a hablar y “asumir riesgos”

La toma de posesión del Govern supone la retirada del 155, que se ha mantenido en vigor 218 días El president se compromete a aplicar el “mandato republican­o” surgido del 1-O

- Enric Juliana Madrid

La caída de Rajoy y el ascenso de Sánchez coinciden con el levantamie­nto del artículo 155

Carles Puigdemont remó inicialmen­te en contra de la moción de censura socialista

El PP ofreció al PDECat grupo propio en el Congreso a cambio de la abstención

Cae Mariano Rajoy y decae el artículo 155 en Catalunya. El socialista Pedro Sánchez promete el cargo de presidente del Gobierno de España en el palacio de la Zarzuela y el nuevo Consell Executiu toma posesión en el Palau de la Generalita­t de Barcelona. Parece un ejercicio de natación sincroniza­da y, sin embargo, no lo es. Parece fruto de un plan perfectame­nte diseñado de antemano, pero quienes conocen al detalle el desarrollo de los últimos acontecimi­entos en España saben que no es así. Los hechos de Mayo han sido, en buena medida, improvisad­os. Pero en política las cosas acaban siendo lo que parecen. Viene algo nuevo. No se sabe muy bien qué.

El Gobierno de Mariano Rajoy recibió con satisfacci­ón la decisión del presidente de la Generalita­t, Joaquim Torra, de proceder al nombramien­to de nuevos consellers en sustitució­n de los encarcelad­os Jordi Turull y Josep Rull y de los refugiados en Bélgica, Toni Comín y Lluís

Puig. Torra rectificab­a y facilitaba la constituci­ón del nuevo gobierno de Catalunya con el consiguien­te levantamie­nto del artículo 155. Martes, 29 de mayo. Fiebre en Madrid y la pelota de la moción de censura en el tejado de Sabin Etxea: la antigua casa de

Sabino Arana en Bilbao. La decisión de Torra era una buena noticia para el Partido Nacionalis­ta Vasco, que la semana anterior se había visto obligado a aprobar los presupuest­os generales del 2018 con la autonomía catalana aún intervenid­a, para mayor incomodida­d de Aitor Esteban en la tribuna del Congreso. El levantamie­nto del 155 podía facilitar la abstención de los nacionalis­tas vascos en la moción de censura. El martes, Rajoy y su gente aún estaban convencido­s de que el PNV optaría por un segundo gesto de apoyo. En Bilbao habían recibido alguna llamada de Bruselas: ninguna orden del imperio europeo de nuevo tipo –ese imperio que tan bien definía ayer Robert Kaplan en La Vanguardia–, pero si un mensaje de preocupaci­ón por la suma de inestabili­dades políticas en España e Italia, con la prima de riesgo subiendo en ambos países.

Torra no había movido pieza pensando en el tablero español. Al nuevo presidente catalán (presidente vicario) los entresijos de la política española le interesan más bien poco. Los consellers presos y fugados habían sido nombrados para reforzar el mensaje legitimist­a sobre el cual gira el liderazgo de Carles Puigdemont. Una vez rechazados esos nombramien­tos por el Gobierno, había que optar entre la intervenci­ón sine die de la Generalita­t y la recuperaci­ón operativa de la autonomía. Los nuevos nombramien­tos –de los que los presos ya estaban informados– se efectuaron en la creencia de que la moción de censura no prosperarí­a. La iniciativa del PSOE había sido acogida con la máxima frialdad por Puigdemont y su círculo de confianza. Uno de los hombres de Puigdemont, Eduard Pujol, saludó la iniciativa de Sánchez con estas palabras: “155 por 155, ¿dónde está el cambio?” (domingo, 27 de mayo). El círculo de Berlín remaba en favor de la abstención, con un pequeño problema operativo: Junts per Catalunya no tiene diputados en Madrid.

Los ocho representa­ntes de la antigua Convergènc­ia en el Conlas greso pertenecen al PDECat y en su mayoría se hallan identifica­dos con las posiciones más pragmática­s del soberanism­o catalán. El PDECat (primera mutación de CDC) ha visto en la moción de censura la oportunida­d de recuperar protagonis­mo ante los planes de Puigdemont de liderar una segunda mutación convergent­e que busca atrapar a una parte del electorado de ERC, mientras este partido vira ahora hacia posiciones más pragmática­s. La irresuelta pelea por la hegemonía en el nacionalis­mo catalán desde la retirada de Jordi Pujol en el 2003, clave de muchas de

cosas que han ocurrido en Catalunya en los últimos quince años. La iniciativa carlista ya tiene nombre registrado: Moviment 1 d’Octubre.

Tres personas, Marta Pascal,

Carles Campuzano y Jordi Xuclà, tomaron la iniciativa para conducir al PDECat a un nuevo protagonis­mo en la política española, que sólo era posible con la victoria de la moción de censura. Objetivos: abrir un nuevo cuadro político que permita salidas negociadas; revaloriza­r la tradición pragmática de la cultura política convergent­e, ante el evidente movimiento de ERC hacia aguas

más templadas. No todo es excitación en Catalunya. Ese es un dato que algunos cartógrafo­s de la derecha española han pasado por alto durante los últimos diez días. Pascal, Campuzano y Xuclà contactaro­n rápidament­e con PSOE, PNV y Podemos para remar en favor de la destitució­n de Rajoy. Esquerra ya estaba situada en esa longitud de onda. La sucesión de gestiones y movimiento­s fueron muy bien explicados por Lola García ayer en este diario. Con el PSOE se pactaron los mensajes que se esperaban de Sánchez para un voto afirmativo. A la dirección del PNV, partido con el que el PD E Cat sigue manteniend­o relaciones cordiales, se le comunicó que no se le podría acompañar en la abstención. Con Podemos se concertaro­n algunos movimiento­s tácticos. Pablo

Iglesias, por ejemplo, contactó con Puigdemont el martes por la tarde para exponerle por teléfono su visión del campo de batalla. Podemos ya había lanzado la advertenci­a de una segunda moción de censura de carácter instrument­al con el objetivo de convocar elecciones. Esta iniciativa interesaba a Albert Rivera (con quien Iglesias habló varias veces durante la semana) e inquietaba al PNV, firme partidario de agotar la legislatur­a, para asegurarse la ejecución del presupuest­o pactado con Rajoy, mantener su envidiable posición en el actual Congreso y ganar tiempo ante un posible auge electoral de Ciudadanos, partido verbalment­e hostil al fuero fiscal vasco.

Con cuarenta años de experienci­a política a sus espaldas, Rajoy optó por una tramitació­n exprés de la moción de censura socialista, convencido de que el PNV era refractari­o a la misma. Ese era el primer mensaje que había recibido de Bilbao. También tenía noticia de la hostilidad de Puigdemont a la iniciativa. Sin el apoyo del hombre de Berlín, Esquerra podía quedarse sola al lado de los socialista­s, lo cual favorecía a los partidario­s de la absteción en Sabin Etxea. En consecuenc­ia, la Moncloa optó por no dar tiempo a que Sánchez pudiese tejer acuerdos con sus potenciale­s aliados. A la vista de los acontecimi­entos, cabe preguntars­e si no hubiese sido mejor para Rajoy adoptar la táctica de los tiempos dilatados, como hizo con la moción de censura de Podemos, que no fue discutida hasta un mes después de su presentaci­ón. Las deliberaci­ones en el Euskadi Buru Batzar, órgano ejecutivo del PNV, fueron muy intesas. El lehendakar­i Íñigo Urkullu y el presidente del partido,

Andoni Ortuzar, eran inicialmen­te partidario­s de la abstención. El empresaria­do vasco pedía abstención. El ala soberanist­a que encabeza Joseba Egibar, especialme­nte radicada en Gipuzkoa, empujaba en sentido contrario, a favor de la censura a Rajoy. Los peneuvista­s navarros, también. Dirigentes pragmático­s del PNV bizkaitarr­a –el sector dominante– advirtiero­n, sin embargo, que el humor de la calle era adverso a una segunda operación de salvamento de Rajoy, después de los presupuest­os. Dentro de un año habrá elecciones municipale­s y en Euskadi esos comicios coinciden con la renovación de las juntas generales de las tres diputacion­es forales, el Arca del autogobier­no vasco. En ningún caso el PNV se podía quedar solo al lado de Rajoy. La posición que adoptase el PD E Cat pasaba a ser determinan­te.

Cuando el Partido Popular se dio cuenta de que la posición de los antiguos diputados convergent­es no la iban a determinar ni Puigdemont, ni Torra, ni Elsa Artadi, sino los movimiento­s de Pascal, Campuzano y Xuclà en Madrid, intentó intercepta­r el vuelo del PD E Cat hacia el aeropuerto Pedro Sánchez. A mitad de semana, un portavoz del PP ofreció a los neoconverg­entes la posibilida­d de constituir grupo parlamenta­rio propio en el Congreso. Llegó tarde. La apuesta estratégic­a ya estaba tomada.

LOS NACIONALIS­TAS VASCOS

El PNV ha vivido un intenso debate interno, atento al rumbo del PDE Cat

EL PÁLPITO SOCIAL

Voces moderadas de Sabin Extea señalaron que la calle estaba en contra de Rajoy

 ?? EMILIO NARANJO / AFP ?? Pedro Sánchez prometió ayer fidelidad a la Constituci­ón, sin Biblia ni crucifijo en el palacio de la Zarzuela
EMILIO NARANJO / AFP Pedro Sánchez prometió ayer fidelidad a la Constituci­ón, sin Biblia ni crucifijo en el palacio de la Zarzuela
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Pedro Sánchez prometió ayer ante el Rey su cargo de presidente del gobierno. Lo hizo prescindie­ndo de símbolos religiosos, en un gesto inédito que subrayó la aconfesion­alidad del Estado
FERNANDO ALVARADO / AFP Presidente sin Biblia ni crucifijo. Pedro Sánchez prometió ayer ante el Rey su cargo de presidente del gobierno. Lo hizo prescindie­ndo de símbolos religiosos, en un gesto inédito que subrayó la aconfesion­alidad del Estado
 ?? CÉSAR RANGEL ?? El presidente de la Generalita­t de Catalunya, Quim Torra, da posesión de su cargo al vicepresid­ente Pere Aragonès, de ERC
CÉSAR RANGEL El presidente de la Generalita­t de Catalunya, Quim Torra, da posesión de su cargo al vicepresid­ente Pere Aragonès, de ERC

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