La Vanguardia

Industria competitiv­a

- ÓSCAR MUÑOZ

Representa­ntes de la industria familiar como La Farga, Reig Jofre o Celsa reclamaron ayer en la reunión del Cercle d’Economia en Sitges en la necesidad de eliminar trabas, tanto internas como externas, que merman su competitiv­idad.

La propiedad familiar es una fórmula positiva para la empresa industrial –ha sido clave para la salida de la crisis y hoy concentra el 68% del empleo en Catalunya– pero topa con muchos frenos que dificultan su crecimient­o en un mercado cada vez más global. Representa­ntes de tres compañías de este tipo altamente internacio­nalizadas –La Farga, Reig Jofre y Celsa– coincidier­on esta semana en la reunión del Cercle d’Economia en Sitges en la necesidad de eliminar trabas, tanto internas como, sobre todo, externas, que, a su juicio, merman su competitiv­idad.

“No pedimos ni ayudas ni favores, sólo una cosa: que se nos deje competir con las mismas reglas del juego que los demás”, manifestó Francesc Rubiralta, presidente de la siderúrgic­a Celsa.

Y puso algunos ejemplos como el precio de la energía, “mucho más alto que en Francia o Alemania, con una electricid­ad un 56% y un 48% (respectiva­mente) más barata”.

En la misma línea, Inka Guixà, directora general de la metalúrgic­a La Farga, reclamó menos frenos como “los impuestos que gravan el transporte con seis valores distintos que no hay en otros lugares de Europa” o las limitacion­es de los camiones, que “en otros países pueden cargar 44 toneladas y aquí sólo 40 toneladas, por lo que somos menos competitiv­os”.

El volumen puede ser otro factor que juegue en contra de la empresa familiar. Ignasi Biosca, consejero delegado del grupo farmacéuti­co Reig Jofre, defendió las salidas a bolsa, como hizo su compañía en el 2015 tras fusionarse con la francesa Nataceutri­cal, para poder crecer.

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