Industria competitiva
Representantes de la industria familiar como La Farga, Reig Jofre o Celsa reclamaron ayer en la reunión del Cercle d’Economia en Sitges en la necesidad de eliminar trabas, tanto internas como externas, que merman su competitividad.
La propiedad familiar es una fórmula positiva para la empresa industrial –ha sido clave para la salida de la crisis y hoy concentra el 68% del empleo en Catalunya– pero topa con muchos frenos que dificultan su crecimiento en un mercado cada vez más global. Representantes de tres compañías de este tipo altamente internacionalizadas –La Farga, Reig Jofre y Celsa– coincidieron esta semana en la reunión del Cercle d’Economia en Sitges en la necesidad de eliminar trabas, tanto internas como, sobre todo, externas, que, a su juicio, merman su competitividad.
“No pedimos ni ayudas ni favores, sólo una cosa: que se nos deje competir con las mismas reglas del juego que los demás”, manifestó Francesc Rubiralta, presidente de la siderúrgica Celsa.
Y puso algunos ejemplos como el precio de la energía, “mucho más alto que en Francia o Alemania, con una electricidad un 56% y un 48% (respectivamente) más barata”.
En la misma línea, Inka Guixà, directora general de la metalúrgica La Farga, reclamó menos frenos como “los impuestos que gravan el transporte con seis valores distintos que no hay en otros lugares de Europa” o las limitaciones de los camiones, que “en otros países pueden cargar 44 toneladas y aquí sólo 40 toneladas, por lo que somos menos competitivos”.
El volumen puede ser otro factor que juegue en contra de la empresa familiar. Ignasi Biosca, consejero delegado del grupo farmacéutico Reig Jofre, defendió las salidas a bolsa, como hizo su compañía en el 2015 tras fusionarse con la francesa Nataceutrical, para poder crecer.