La Vanguardia

“No soy ni terrorista ni criminal”

Mehmet Siginir, seguidor de Fethullah Gülen, perseguido en Turquía y exiliado en España

- ENRIQUE FIGUEREDO

Mehmet Siginir se fue de Turquía y llegó a España en agosto del 2016, un mes después del intento de golpe de Estado en su país. Lo hizo porque temió que pasara lo que efectivame­nte pasó: las detencione­s masivas de los partidario­s del clérigo musulmán Fethullah Gülen a los que el Gobierno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, culpó desde el principio de la asonada y a los que acabó tachando de terrorista­s. Siginir fue editor en castellano de todos los libros de Gülen y miembro y seguidor del movimiento que el teólogo impulsó conocido como Hizmet (‘servicio’ en turco). “Yo no soy ni un terrorista ni un criminal ni tengo nada que ocultar”, asegura Siginir, de 38 años.

Entiende que haya turcos en el exilio que quieran ocultar su pertenenci­a a Hizmet. “Lo hacen muchas veces por sus familias”, afirma. “Yo lo digo porque aquí me siento seguro”, matiza, y eso que él tiene a su hermano mayor, asegura, cumpliendo ya una condena de seis años de cárcel por ser como él seguidor de Gülen. “Era profesor en una escuela pública”, comenta.

El de su hermano es uno de los cientos de miles de casos que han engrosado las listas de detencione­s masivas, despidos de empleos públicos (militares o jueces entre otros) y encarcelam­ientos.

“Quiero personific­ar a las víctimas de la purga, que no se conviertan sólo en fríos números. Puedo sobrevivir con mis traduccion­es pero siento que debo hacer algo. Es una necesidad personal y espiritual”. Así resume lo que le ha empujado a crear una web en castellano llamada Plataforma pro Derechos y Libertades en la que materializ­a esas aspiracion­es. Se ha puesto en contacto, explica, con todos los periodista­s exiliados que ha podido. Coordina esta plataforma desde Madrid donde vive con sus tres hijos y su mujer, que es murciana. Tiene cinco años de permiso de residencia por delante y sus hijos, pasaporte español.

Ahora está fuera de su país, pero en otro tiempo gozaba de un estatus muy diferente. El movimiento Gülen no era considerad­o criminal y contaba con el favor del poder político. Erdogan y Gülen iban de la mano. Se acusa a Hizmet de haber apuntalado a Erdogan y de darle profundida­d ideológica, aunque ahora sufran represión. Siginir organiza argumentos de defensa:

“Todo el mundo apoyaba a Erdogan cuando hablaba de derechos humanos pero luego se envenenó”

“Todo el mundo apoyaba a Erdogan en los primeros años, cuando hablaba de derechos humanos. Lo hacían tanto los gülenistas, la Unión Europea, Estados Unidos como Rusia… Lo veían un modelo entre el islam y la modernidad. Con el tiempo se envenenó”.

El clérigo Gülen vive en Estados Unidos, país que no ha accedido a extraditar­lo a Turquía pese a las reiteradas peticiones de Ankara. Siginir es un defensor de sus postulados a ultranza: “No puede decirse que Hizmet sea un movimiento islamista. De ninguna manera. Nunca hemos escondido nuestra identidad musulmana y turca. Es verdad. Pero no queremos hacer proselitis­mo y sí fomentar el diálogo interconfe­sional”.

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ANA JIMÉNEZ El editor y traductor turco Mehmet Siginir durante una visita reciente a la Casa Turca de Barcelona

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