La Vanguardia

El líder incombusti­ble

Sánchez tiene una voluntad de hierro y una gran confianza en sí mismo, pero además sus rivales siempre le subestiman

- SILVIA HINOJOSA Barcelona

La trayectori­a política de Pedro Sánchez (Madrid, 1972) ha estado llena de altibajos, de casualidad­es y de golpes de efecto, pero si hay un elemento constante es la tenacidad. Una voluntad de hierro y la confianza irreductib­le en sus propias capacidade­s han hecho del líder del PSOE un ejemplo de que nunca hay que dar nada por perdido. Lo saben bien los barones de su partido, que cuando lo han dado por acabado, han visto como se volvía a levantar. Y ahora lo sabe también Mariano Rajoy. Porque hay otro factor que ha sido determinan­te para que Sánchez, por medio de una moción de censura presentada por sorpresa y sin ser ni siquiera diputado, haya conseguido en cuatro días ser presidente del Gobierno: él siempre ha jugado con ventaja porque sus adversario­s políticos le subestiman.

Ya le ocurrió a su gran rival en el partido, Susana Díaz. En el 2014, la presidenta de Andalucía aupó a Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE pensando que podría manejarlo y que cuando quisiera optar al cargo, él se retiraría. Pero se equivocó. Dos años después, Díaz, con el apoyo del aparato del partido, pudo desplazarl­e del liderazgo, pero en pocos meses Sánchez volvía a imponerse, conquistan­do a las bases socialista­s. El asalto a la Moncloa esta semana ha sido su último golpe de efecto. El presidente saliente, Mariano Rajoy, no valoró bien el potencial ganador del líder del PSOE, que iba a la baja en las encuestas. Fue un tremendo error. Y ahí estaba ayer Pedro Sánchez, en la Zarzuela, ante el Rey y un ejemplar de la Carta Magna, sacudiéndo­se las cenizas de su última resurrecci­ón. Listo para ser presidente.

Sobre su capacidad de remontar las malas expectativ­as, el propio Sánchez ha contado que se afilió al PSOE en 1993, cuando todo apuntaba a que perdían las generales. Con el carnet del partido, aquel joven veinteañer­o constituyó la agrupación de Juventudes Socialista­s en su barrio, Tetuán, de la que fue secretario general. “Íbamos a perder y pensé que era cuando mayor necesidad de ayuda tenía el PSOE”, le contó a Juan Carlos Merino, en una entrevista en junio del 2014.

Doctor en Economía, con tres posgrados –dos económicos y uno de liderazgo político–, habla inglés y francés, lo que supone una ventaja de partida respecto a sus inmediatos antecesore­s para desenvolve­rse en la escena internacio­nal. Su carrera política, que se ha desarrolla­do en Madrid, se inició en el 2000, cuando fue delegado en el congreso federal del PSOE que eligió a José Luis Rodríguez Zapatero secretario general –otra maniobra audaz en el PSOE–. Y su primer cargo público fue de concejal, en las municipale­s del 2003. Aunque Sánchez no consiguió el acta hasta un año después. Fue la primera vez en la que pudo comprobar que en política nunca hay que dar nada por perdido. Con el mismo procedimie­nto, consiguió su acta de diputado en el Congreso en dos ocasiones, en el 2009 y en el 2013; la primera ocupó la vacante que dejó Pedro Solbes, y la segunda, la de Cristina Narbona.

Al margen de la política, ha sido profesor de Estructura Económica e Historia del Pensamient­o Económico en la Universida­d Camilo José Cela, entre el 2008 y el 2014. Y de forma puntual, a finales de los noventa, trabajó como jefe de gabinete del socialista Carlos Westendorp, cuando fue alto representa­nte de la ONU durante la guerra de Kosovo.

Cuando decidió presentars­e a las primarias para liderar el partido socialista, en el 2014, Pedro Sánchez no estaba en ningún órgano de decisión del partido, ni en la ejecutiva, ni en el comité federal. Fue el candidato revelación y, contra pronóstico, ganó a Eduardo Madina. Con ayuda de Susana Díaz. Tras las elecciones generales del 2015, que ganó el PP, Sánchez cerró un acuerdo con Ciudadanos para la investidur­a. No salió. Fue el primer pulso a Rajoy. La repetición de las elecciones, en junio del 2016, volvió a dejar a los socialista­s como segunda fuerza. Con el partido dividido, Sánchez no pudo imponer de nuevo el veto a Rajoy y en octubre acabó renunciand­o a su acta de diputado, tras dimitir como secretario general del partido en un traumático comité federal.

Pero no tiró la toalla. Cogió el coche y la carretera y volvió a hacer campaña entre los suyos, a pie de calle, obteniendo una victoria épica basada en el “no es no” a Rajoy, que ha llevado hasta sus últimas consecuenc­ias. Ser presidente lo tenía en mente desde enero del 2013, cuando le propusiero­n ocupar el escaño que dejaba Cristina Narbona, según explicó en una entrevista. “Si vuelvo, que sea para hacer algo grande”, le dijo a su mujer, Begoña Gómez, una profesiona­l del marketing estratégic­o, con la que tiene dos hijas: Ainhoa, de 13 años, y Carlota, de 11.

En la Moncloa, su vida será muy distinta. Pero ahí tiene una cancha de baloncesto que mandó instalar José Luis Rodríguez Zapatero en su época de presidente. Así que podrá recordar sus años de jugador, en el Estudiante­s. También podrá poner en marcha una iniciativa que tiene en mente: organizar visitas guiadas al complejo presidenci­al, como hacen en la Casa Blanca.

TENACIDAD

Doctor en Economía, el nuevo presidente es experto en remontar las malas expectativ­as

 ?? XAVIER CERVERA ?? Pedro Sánchez siempre logra renacer de sus propias cenizas: cuando todos lo dan por acabado, vuelve a levantarse
XAVIER CERVERA Pedro Sánchez siempre logra renacer de sus propias cenizas: cuando todos lo dan por acabado, vuelve a levantarse
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain