Torra escenifica el fin del 155 e insta a Sánchez a “asumir riesgos” y negociar
El Govern arranca con el compromiso de aplicar el “mandato republicano” del 1-O
“President, le comunico que ha tomado posesión el Govern de la Generalitat de Catalunya”. Eran las 12.39 horas y el secretario del Govern, Víctor Cullell, después de que los consellers hubieran prometido uno a uno el cargo, anunciaba de este modo lo que en la práctica suponía el fin de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. E inmediatamente después el presidente de la Generalitat, Quim Torra, instaba al nuevo presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, a “asumir riesgos” para “hablar y negociar de gobierno a gobierno” y se comprometía a aplicar el “mandato republicano” surgido del 1-O, en la línea de avanzar hacia “un Estado independiente en forma de república”, y refrendado el 21-D.
Este es el balance, después de más de siete meses –218 días– de intervención del autogobierno de Catalunya, de la toma de posesión que ayer protagonizaron los miembros del gabinete del 131.º presidente de la Generalitat, en un acto que recuperó la solemnidad de estas ocasiones en el Saló de Sant Jordi y que rindió homenaje a los dirigentes independentistas presos y desplazados al extranjero y que se convirtió en la mejor escenificación del levantamiento del 155. En este contexto, ante la presencia de familiares de los citados presos y desplazados y con un lazo amarillo en una silla vacía que les recordaba, Torra trazó las líneas maestras de la hoja de ruta de su atípico mandato una vez los consellers hubieron prometido el cargo “al servicio de Catalunya y con lealtad al presidente de la Generalitat” y sin ninguna referencia, como ya es habitual desde la presidencia de Carles Puigdemont, ni al Estatut ni a la Constitución ni al Rey.
Una hoja de ruta con un doble objetivo sobre el papel difícilmente conciliables en el actual escenario político. Por un lado, la necesidad de recuperar el diálogo institucional con el Gobierno español, “un diálogo imprescindible para resolver conflictos de la manera como los resuelve el mundo civilizado”, remarcó Torra con una interpelación directa a quien debe ser su interlocutor: “Presidente Pedro Sánchez, hablemos, tomemos riesgos, ustedes y nosotros, sentémonos en la misma mesa y negociemos de gobierno a gobierno, esta situación que vivimos no puede alargarse ni un día más”. Por otro, la necesidad también de administrar en clave interna el mandato del 1-O, a través del compromiso de “avanzar de acuerdo con el referéndum de autodeterminación”, que “no será un camino fácil”, porque “hay intereses muy poderosos que lo quieren impedir”. Y quizás por ello el presidente de la Generalitat admitió que se acaba el 155 “sin euforia, porque estamos muy lejos de dónde querríamos estar”, e invitó a los consellers a “ponernos a trabajar” para “avanzar a paso constante, sin desfallecer”, sin “un paso atrás”, para “cumplir el mandato republicano y democrático que tenemos” a fin de “construir la república”, que “será la casa de todos”.
Con estas instrucciones encima de la mesa, el Govern –después de la tradicional foto de grupo y de fotografiarse esta vez también con los familiares de los presos y desplazados–
ACTO EMOTIVO
La toma de posesión de los consellers rinde homenaje a los políticos presos y desplazados
se puso manos a la obra y celebró su primera reunión. Un Govern que tiene al vicepresidente Pere Aragonès y a la consellera de Presidència y portavoz Elsa Artadi como pilares, al que vuelven nombres que ya habían estado en él en el pasado –Ernest Maragall (Acció Exterior) y Josep Bargalló (Ensenyament)– y en el que todos sus miembros quisieron exteriorizar la solidaridad con esos presos y desplazados con lazos y símbolos amarillos en la solapa y en algunos casos incluso de forma más ostentosa, como la chaqueta amarilla que lucía Alba Vergés (Salut) o el vestido íntegramente amarillo que llevaba Laura Borràs (Cultura). Y es que los dirigentes independentistas ausentes fueron los protagonistas indirectos del acto, con momentos especialmente emotivos en los que se derramaron muchas lágrimas, como cuando los familiares de los consellers que no han podido ser restituidos (Jordi Turull, Josep Rull, Lluís Puig y Antoni Comín) leyeron cartas escritas desde Estremera y Bruselas o como cuando los nuevos responsables de los departamentos se fundieron en abrazos con ellos tras tomar posesión.
No en balde Torra situó “su libertad y el retorno a caso” como “nuestro objetivo vital”, y mañana tiene previsto volver a visitar a Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Raül Romeva, Turull y Rull en Estremera. Y simbólicamente la primera actuación, una vez quedó constancia de que el 155 había perdido vigencia, fue la colocación de un gran pancarta en el balcón del Palau de la Generalitat con la leyenda “llibertat presos polítics i exiliats”, en catalán y en inglés, y un lazo amarillo. Además de estos protagonistas, la toma de posesión del Govern contó también con la presencia destacada, entre otros, de los expresidentes Artur Mas, José Montilla y Pasqual Maragall y con la asistencia de representantes de todos los partidos, a excepción de Cs, PP y la CUP, en este último caso porque nunca participa en actos institucionales de estas características.