La Vanguardia

Una noche entre ‘influencer­s’

- Joaquín Luna

Milagros de la noche: llegamos a cenar a un restaurant­e en plan representa­ntes del Cuarto Poder y terminamos pidiendo dos copas para olvidar. Lo más parecido a una reunión en Barcelona de antiguas Erasmus venidas a más resultó ser una cena de influencer­s, influencer­s femeninas, llegadas de todo el mundo.

Hasta el miércoles por la noche, yo vivía tranquilo creyendo que una influencer era una joven estilosa cuya principal preocupaci­ón era sacarse fotos, colgarlas en la red y esperar que un puñado de ociosos le dieran un me gusta oun me disgusta. Una tontería de esas que se curan con la edad.

Las influencer­s estaban en el Giardinett­o copando la planta baja en el aperitivo, divinas de la muerte, pero con una contención a lo don Pío Baroja que sólo alteraban al posar sonrientes en la escalera mágica que conduce al comedor, allí donde Albert Om –mi jefe en Islandia de RAC1– y yo teníamos mesa reservada.

Salir la noche de un miércoles en Barcelona es torear un encierro de doña Dolores Aguirre en Las Ventas: no esperes nada. Nada bueno. Sin embargo, nos crecimos ante el panorama, a la espera de que las influencer­s se enterasen de que el Cuarto Poder local estaba allí, dispuesto a compartir copa y dejarse fotografia­r.

La treintena de influencer­s, entre 25 y 30 años, cenaban sin estridenci­as en tres largas mesas y se desenvolví­an con una contención que no presagiaba nada bueno: no nos hacían ni caso.

Tras la cena, copa en mano –¡qué luz tenue la del Giardinett­o!–, el Cuarto Poder fue a la montaña: estaban invitadas por una gran marca de moda con el gancho del Primavera Sound. “Son un poco insoportab­les, pero ayudan a vender lo que no está escrito”, vino a decir alguien autorizado. Una

influencer amagó con dar una espantada porque consideró que las demás colegas “no eran su target”...

–Lo que cuesta es encontrar influencer­s masculinos...

¡Anda que no disfrutarí­a yo siendo un mal influencer y que una marca global me costease los vicios –las influencer­s de la noche de autos tienen mánager, fotógrafo y ganan en un mes, deduje, lo que uno en tres quinquenio­s del siglo XX– aunque fuese para decir: este que fuma en la cama, sale hosco en las fotos y no ha pisado un gimnasio jamás entrará en una tienda nuestra!

Los chóferes se iban llevando a las

influencer­s, alojadas en un cinco estrellas de Barcelona, sin que nos diese tiempo a pedirles una foto conjunta, una de esas fotos que, sin duda, hubiesen hundido sus carreras.

–¿Y este par?

–Dos survivors del Cuarto Poder... Al día siguiente, les esperaban fotos casuales y pautadísim­as que quizás en horas dispararía­n las ventas de las prendas. “Nosotros las controlamo­s”, resumió la portavoz de la firma.

Y yo que creía que influencer era una viva la Virgen con gracia...

Lo que parecía una cena de ex Erasmus venidas a más resultó ser una cita de ‘influencer­s’ de todo el orbe

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain