El espíritu Vidal i Barraquer
Llúcia Oliva recupera en su último documental la labor de la iglesia tarraconense que se resistió al franquismo
Aquí pasaron muchas cosas... en Tarragona también hubo una iglesia que defendió los derechos humanos y de las personas durante el Franquismo y se conoce poco...”, le dijeron Josep Gil, Miquel Barberà y el padre Xammar a la periodista Llúcia Oliva al finalizar la proyección de su anterior documental, Santuaris de l’antifranquisme. Fue en el Centro de Lectura de Reus hace casi dos años. Y los tres religiosos consiguieron que la Diputació de Tarragona se involucrara (financiándolo) en el proyecto que verá la luz este jueves. En Hereus d’un cardenal proscrit, Oliva recupera la memoria, a partir de treinta testimonios, de la iglesia que militó a favor de la cultura y la lengua catalana y también de los derechos sindicales en los barrios de Tarragona y Reus. El documental arranca y culmina con la figura del cardenal Vidal i Barraquer, el arzobispo de Tarragona que se negó a firmar la carta colectiva de los obispos a favor del alzamiento y que fue proscrito por Franco.
El arzobispo ausente. “Me ha sorprendido el papel tan importante que jugó Vidal i Barraquer durante la República, es una figura poco reivindicada que se significó contra el nacionalcatolicismo y que consideraba que la iglesia no debía identificarse con ninguna de las partes, sino que debía mediar”, explica Llúcia Oliva. La periodista arranca el documental tras la Guerra Civil con la figura, ya ausente, de Vidal i Barraquer. El arzobispo de Tarragona –licenciado en Derecho, defensor de la predicación en catalán y fundador de la biblioteca, el museo y el archivo de la archidiócesis– tuvo que huir al estallar la Guerra Civil. Fue detenido por la FAI y se salvó in extremis del fusilamiento. Gracias a la intervención de Ventura Gasol pudo escapar a Italia.
Los herederos. El papel y las firmes convicciones de Vidal i Barraquer “sirvieron para que algunos religiosos se cuestionaran cosas y surgieron los primeros intentos, como el del padre Ramon Muntanyola, de oposición al régimen y de defensa de la lengua catalana”, apunta Oliva. A finales de los cincuenta, algunas iglesias comenzaron a apoyar y acoger iniciativas como los Aplecs de Paretdelgada (en la Selva del Camp de 1959 a 1964) o el Club de Joves de Tarragona y algunos locales parroquiales se cedieron a movimientos, grupos y partidos prohibidos. “Se podía cantar sin censura en dos instituciones: en la universidad y en la iglesia”, afirma Raimon, uno de los testimonios que recoge el documental.
Compromiso y ‘exilio’. Ya en la década de los sesenta algunos religiosos afines al Concilio Vaticano II empezaron a involucrarse en la lucha obrera. Los que más toparon con la jerarquía eclesiástica “porque hacían sermones en los que defendían la dignidad de las personas y contra el capitalismo, fueron desterrados de Reus, Tarragona o el Vendrell y enviados a la periferia de la diócesis”, relata Oliva en el documental . Y en pueblos como Maldà, La Pobla de Cérvoles, Cervià o Conesa, estos sacerdotes también llevaron a cabo una encomiable tarea de dinamización social. “La policía incluso siguió a algunos de estos sacerdotes y hacían informes ”, apunta Oliva, que aporta algunos de ellos, hasta ahora inéditos en los archivos del Estado.
Algunos sacerdotes también impulsaron la campaña “Queremos obispos catalanes”, que culminó con el nombramiento del arzobispo Pont i Gol, que hizo de puente entre el pontificado de Vidal i Barraquer y su tiempo, catalanizando la diócesis. “Pont i Gol nos hizo descubrir el mensaje de Vidal i Barraquer”, afirma el sacerdote y téologo Josep
La figura del arzobispo exiliado tuvo gran influencia en el papel de la Iglesia catalana durante la dictadura
Gil en el documental, que cuenta con imágenes y material del Arxiu Arxidiocesà, del municipal y del provincial de Tarragona.
El regreso. “Franco impidió que Vidal i Barraquer regresara incluso después de muerto”, insiste Oliva. La negativa del cardenal a regresar si no era como arzobispo de Tarragona fue considerada una gran ofensa para el régimen. En este apartado final, varios testimonios relatan las dificultades que hubo que superar para que los restos del difunto cardenal pudieran por fin enterrarse en Tarragona, tres años después de la muerte de Franco. El documental, realizado por Germen Coll, se estrenará este jueves en el auditorio de la Diputación de Tarragona.