“Antes era leer y un whiskey, ahora fumo”
El pasado verano, Monzó dejó de beber; aquí cuenta el día a día del escritor sin alcohol
Me despierto hacia las seis, sin ningún despertador porque la noche antes me he acostado bastante temprano. Entonces me levanto, me ducho, bostezo, me afeito, cargo el ordenador, salgo de casa y voy a desayunar. A las 7.30 en punto abren un bar, desayuno y veinte minutos después ya estoy en el estudio. Pongo el ordenador en marcha, leo prensa en papel y en internet durante un par de horas. Cuando acabo, empiezo a pensar de qué puedo hablar, qué noticia me puede sugerir algo que no se haya dicho. De política y de fútbol no entiendo, y no se me ocurriría qué decir. Cuando lo encuentro, me pongo a escribir y puedo estar hasta la una. Entonces paro, bajo a comer, veinte minutos, vuelvo a subir, echo una pequeña siesta, media hora, vuelvo al ordenador, reescribo la columna y la cuadro.
”Y la traduzco. Eso, seis veces por semana. Cuando termino, butaca y a leer. Antes era leer y un whiskey y ahora, como no hay whiskey, lo que hago es fumar como un hijo de puta (...)
El año pasado vi que beber me afectaba, había adelgazado como una sílfide, pero como una sílfide mala, no para bien, y en agosto me cerré un mes sin beber y sin fumar. Y ya está (...)
”He engordado muchísimo, me he puesto como una vaca. Para mí el alcohol ha sido un compañero. Es una droga fantástica porque es legal, la puedes comprar en el súper y, si buscas uno más sofisticado, lo encontrarás en una licorería. He bebido desde los 18 años, cervezas. Antes no había bebido nunca. Después, el coñac, el ron y el whiskey me han acompañado a lo largo de la vida. Y además va muy bien. Cuando empiezas a escribir, aquello que llaman the journalist glass, el vaso del periodista: pantalla en blanco, tomas un sorbo y ya está (...)
”Ahora fumo un pitillo. Dejé el tabaco pero volví porque, fumando, no como tanto, y es cierto. Si no fumara, estaría picando todo el día. A veces tengo un título demasiado obvio y fumar me ayuda a pensar”.
“Cuando empiezas a escribir, el vaso del periodista va bien: pantalla en blanco, un sorbo y ya está”