Primavera se escribe en femenino
Jane Birkin, Lorde, Lykke Li o Christina Rosenvinge destacaron en la clausura del festival, que bate su récord con más 215.000 asistentes
Una de las cosas que caracteriza el cartel de este año del Primavera Sound es la presencia femenina, quizás no de una forma cuantitativa en términos absolutos a la hora de alcanzar la paridad, sino en su posicionamiento como cabezas de cartel. Suena a eslogan pero en esta ocasión Primavera se escribió en femenino con más intensidad que nunca.
Núria Graham, Christina Rosenvinge, Jane Birkin, Lykke Li y Lorde dibujaron ayer un posible viaje sonoro rubricado por la satisfacción. Y de satisfacción también se puede considerar el balance que de esta 19.ª edición ofreció ayer la organización. A la espera de los conciertos de la jornada de clausura de hoy, el resumen se está convirtiendo en un tópico: el Primavera Sound se ha vuelto a superar así mismo en términos cuantitativos y calcula que la asistencia superará las 215.000 personas (hace un año fueron 7.000 menos).
El atractivo del cartel de esta edición es el gran argumento de esta superación. Y de ayer, una de las propuestas más atractivas a nivel emocional no defraudó ni mucho menos: Jane Birkin ofreció un antológico recital a mayor honra y memoria de Serge Gainsbourg, persona fundamental en su biografía e iconoclasta compositor. La gloriosa cantante/actriz, a sus 71 años, ofreció un sincero concierto repleto de emoción y respeto, a la altura de la maestría musical y poética de las composiciones.
En este aspecto –y la gira se fun-
damenta en el álbum Birkin / Gainsbourg: Le Symphonique – el vestido orquestal de la veintena de canciones interpretadas fue decisivo. A partir de los arreglos orquestales del pianista japonés Nobuyuki Nakajima, presente en el escenario, la Orquestra Simfònica del Vallés estuvo impecable bajo la batuta de James Ross, con una sonoridad compensada y nítida que permitió disfrutar hasta a los no fans con joyas como L’Anamour, Baby
alone in Baylone o Manon . En un momento del concierto, una Birkin emocionada lo confesó: “Gainsbourg me dio lo mejor de sí mismo y le estoy eternamente agradecida”.
Antes de su presencia, el aficionado había tenido donde elegir. Comenzando por la catalana Núria Graham , que en escenario amplio tardó un poco en coger la dimensión y la intensidad sonora del asunto, que no era otro que las estupendas canciones de su reciente
Does it ring a bell? Y lo consiguió con creces.
Christina Rosenvinge, por su parte, tuvo el reto de desmenuzar temas de su también última entrega discográfica, el liberador Un
hombre rubio, en el mayor escenario del festival, y lo hizo con la imperfecta brillantez que le caracteriza. Eléctrica y resolutiva, repasó canciones de diferente índole (Ana y los pájaros, Romance de la plata),
entre ellas Alguien tendrá la culpa,
“que la compuse hace cinco años sobre la corrupción imperante y ahora quiero que la cantéis conmi-
go”. Lykke Li llegó, vio y venció con su pop efectista, en una ceremonia ante una afición entregada desde un escenario ilustrado con primeros planos de sus ojos. La cantante sueca, muy ágil en sus evoluciones sobre el escenario, hilvanó un aclamado concierto, como ilustró la coreadísima I follow rivers.
El círculo lo cerró la neozelandesa Lorde, bautizada como la gran estrella del pop actual y que demostró un magnético poder de atracción. Miles de aficionadas no quisieron perderse a su auténtica ídola, en vaporoso vestido azul, y con razón. Su espectacular y efectiva puesta en escena estuvo a la par de un repertorio que arrasó desde el inicio –Sober, Homemade dynamite– con su mezcla de synth pop bailable y baladas con cuyas letras se identifican muchas de aquellas.
Ampliando la información del balance de la presente edición, los responsables de comunicación Alfonso Lanza y Joan Pons también recordaron que el año pasado los asistentes fueron más de 208.000, con 55.000 personas por día durante las jornadas centrales, mientras que en esta el recinto del Fòrum ha aumentado el aforo y ha logrado una media de 60.000 asistentes. Según aseguró Lanza, el festival no tiene intención de ampliar el aforo en próximas ediciones.
De esta cifra total de asistentes el sesenta por ciento es de procedencia extranjera (el año pasado lo fue el 55 por ciento). La única crítica que se oyó en el balance fue dirigida al Ayuntamiento por su inoperancia para arreglar la inmensa explanada que se extiende entre los dos principales escenarios, pues “su mal estado llega a ser peligroso; es un gran riesgo y además es muy malo para la visibilidad que el Primavera da a Barcelona”.
La edición del año que viene tendrá lugar los días 30 y 31 de mayo y 1 de junio, y las entradas y abonos se pondrán a la venta este miércoles a precio reducido durante sólo 48 horas.