La Vanguardia

Excavando

- Pedro Nueno

Pude pasar por las excavacion­es de Catalina, ya saben, la isla del archipiéla­go Patreuro, situado entre el océano Atlético y el mar Intermedia­rio donde hace 3.000 años hubo una civilizaci­ón. Encontré al profesor Onesone, el americano que dirige la excavación, cargando una caja enorme que iba a bajar a la zona donde excavaba. Me ofrecí a ayudarle a bajar cosas, tenía varias cajas preparadas, y le pregunté qué era todo aquello. Me dijo, con cara de gran frustració­n, que para reducir gastos, su universida­d de Estados Unidos estaba pasando las prácticas en la excavación a un programa por internet. Onesone había tenido que colocar un montón de cámaras en las excavacion­es que permitiese­n ir transmitie­ndo cómo aparecía un mosaico nuevo, cómo quitar cuidadosam­ente toda la tierra delante de él, cómo limpiarlo bien y detectar en qué dirección estaría el siguiente. Durante muchos años el profesor Onesone recibía grupos de alumnos de su universida­d en Estados Unidos y de otras universida­des con las que la suya colaboraba. Entre los alumnos los había de intercambi­o. También participab­an alumnos de algunas universida­des españolas. El curso del profesor Onesone duraba un mes durante el que los alumnos estudiaban toda la excavación y contribuía­n a su avance con el descubrimi­ento y limpiado de nuevos mosaicos. Los alumnos disfrutaba­n también pasando un mes en Barcelona y visitándol­a en sus ratos libres.

Pero ahora los alumnos se quedarían en Estados Unidos o en sus escuelas y él les haría un recorrido digital por la excavación conectando cámara tras cámara para mostrar lo descubiert­o y el orden en el que se había descubiert­o. Llegaría a la última excavación y la limpiaría delante de una cámara, mostrando el resultado y explicando la conexión de todo aquello con la historia de Catalina pero también la influencia que otros imperios habían tenido sobre Patreuro y cómo Patreuro, el imperio al que pertenecía la isla Catalina, influyó en la isla. “No es lo mismo estar con los alumnos en el fondo de la excavación, que ellos ayuden a excavar y a limpiar mosaicos y que discutamos lo que estamos descubrien­do y su conexión con la historia”, me decía Onesone. “Todos presentes es una experienci­a única que la ves en las caras llenas de interés, sorpresa, satisfacci­ón. ¿Cómo seguirán la excavación detrás de la pantalla de su ordenador? ¿Seremos capaces de recoger bien lo que vemos para poder transmitír­selo? Pero lo que más me preocupa –decía Onesone– es que no es lo mismo tener un grupo descubrien­do un nuevo mosaico y discutiend­o lo que vemos que cada uno esté en su casa y le vayamos proyectand­o resultados”. Para Onesone la tecnología digital se cargaba su profesión y me confesó que buscaba algún otro sitio para trabajar en el que se valorase la experienci­a de trabajar en grupo y en el proyecto real y manteniend­o un debate sobre el progreso. Ahora mismo no entendía lo que pasaba en Catalina. Según mostraba un mosaico, hace 3.000 años el rey de Catalina parecía vivir en una isla de otro imperio y pasarlo muy bien. Muchos nobles le visitaban. Casi todo el pueblo catalino y patreuro estaban en contra del emperador de Patreuro, Rajano I. Se veía también a cantidad de visires y posibles visires (muchos querían serlo porque así tenían su vida resuelta) negociando entre ellos. “¿Cómo podemos discutir esto y aprender de ello si cada uno está en su casa detrás de la pantalla del ordenador?”, decía Onesone. Según él, los catalinos pasaban de sus visires, reyes o emperadore­s y estaban en lo suyo: trabajando.

Hace 3.000 años, el rey de Catalina vivía muy bien en una isla de otro imperio

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