Sumar, confiar, exigir y crecer
A principios de la década anterior, la firma de auditoría, consultoría y asesoramiento legal Mazars atravesó una dura crisis que puso en serio riesgo su continuidad en España. A las pérdidas por importantes inversiones fallidas se sumaban algunos enfrentamientos personales en la cúpula. Los apenas diez socios de la firma se reunieron, votaron y encomendaron a Antoni Bover (Barcelona, 1962) que asumiera la presidencia y pilotara la nueva etapa.
Bover, abogado y socio de Mazars desde hacía doce años, se puso manos a la obra. No era fácil, pero Bover logró su objetivo. En relativamente poco tiempo, la compañía recuperó la paz interna y se dedicó a lo suyo. “Lo hizo muy bien. Se acercó a los líderes de cada grupo y se los ganó, cohesionando de nuevo a la firma y dejando que cada uno estuviera cómodo en su espacio”, comenta una persona que vivió muy de cerca ese proceso.
Hoy, quince años después, la Mazars España ha duplicado su tamaño y Bover está satisfecho de la trayectoria de la compañía en España, donde cuenta con 36 socios y 450 profesionales y cerrará este ejercicio a finales de agosto con unos 34 millones de facturación. Pactar, convencer y acordar estrategias, dar confianza, pero también exigir. El manual de gestión de Bover está en las antípodas del líder autoritario. Así se lo transmitieron sus padres, un francés que hace sesenta años trabajaba de guía turístico en Barcelona y que se enamoró en diez días de una turista griega. Se casaron a los cuatro meses. “Me transmitieron la cultura del esfuerzo, ser buena persona y huir de la enfermedad del dinero”, explica Bover.
Tras licenciarse en Derecho, trabajó en los bufetes Plasencia y Soria Molinario hasta que, en 1989, fundó su propio despacho, GMS, que se acabaría integrando en Mazars. Bover fue creciendo profesionalmente hasta que sus compañeros le otorgaron su confianza para dirigir la compañía. Las sucesivas renovaciones también han sido por votación.
“Toni tiene visión a largo plazo, sabe sacar lo positivo de cada situación y siempre dice que detrás de un empresario hay una persona”, comenta un directivo que le ha tratado mucho. Al margen del primer momento complicado como presidente, en Mazars –como en el conjunto del sector– tuvo que lidiar con la gran recesión. Su axioma fue entonces hacer todo lo posible por no despedir a nadie.
La compañía es la primera tras las intocables Big 4 –EY, Deloitte, KPMG y PwC– y Bover no tiene queja, pero sí ambición. “Si queremos ser una alternativa real para las cuatro grandes, tenemos que apostar por la concentración; es complicado, pero nos tenemos que mover”, dice el directivo, que añade: “Confiamos en el crecimiento orgánico y, aun así, somos conscientes de que necesitamos tener una mayor masa crítica para competir”.
Con o sin fusiones, Bover sigue muy entretenido. Como miembro del comité ejecutivo de Mazars Internacional, los viajes son una constante en su vida. La multiculturalidad de la firma –presente en 86 países– y la pluridisciplinariedad dan mucho juego a su día a día, tanto en su faceta de presidente de la filial española como en su trato con los clientes.
Además, Bover es el responsable mundial de la división de abogacía de Latinoamérica y del área de diversidad. Desde este último puesto defiende la lucha por la igualdad de la mujer, el teletrabajo y la conciliación de la vida profesional y familiar. No dedica todo lo que querría a su familia –está casado y tiene una hija–, pero todos los años se va tres veces con ella unos cuantos días a ver mundo y desconectar. Bover está implicado también con entidades de ayuda a los refugiados, y ha sido nueve años –lo deja en dos semanas– presidente de la Cámara de Comercio Francesa de Barcelona.
Mazars ha duplicado ventas en los años de presidencia de Bover, pero el directivo ve necesarias las fusiones