La Vanguardia

El dilema del PSC

Los socialista­s catalanes buscan la fórmula para tener un peso importante en el nuevo gobierno sin debilitars­e en Catalunya

- IÑAKI ELLAKURÍA

Los teléfonos del reducido pero fiel equipo de Miquel Iceta empezaron a sonar sin pausa el jueves por la tarde, poco después de que el portavoz del PNV, Aitor Esteban, anunciaba con las suaves formas jesuíticas de la Universida­d de Deusto, donde durante años ha impartido clases de Derecho Constituci­onal, la estocada mortal de los nacionalis­tas vascos a Mariano Rajoy. Tras unos minutos de cierta incredulid­ad por el derrumbe del marianismo, se desataron las cabalas y rumores respecto a la composició­n del nuevo gobierno de Pedro Sánchez. Y en casi todos los comentario­s, incluso entre el grupo parlamenta­rio del PSOE, aparecía destacado el nombre de Iceta, con experienci­a como fontanero monclovita en el gobierno de Felipe González, para ejercer de ministro catalán con mayúsculas, el enlace y el guía de del nuevo presidente del Gobierno en el intrincado laberinto político de Catalunya.

Tanto en esos primeros momentos de fervor socialista por la victoria de la moción, como en las últimas horas, desde el PSC la respuesta es que Iceta difícilmen­te abandonará Catalunya y descabezar el partido en el Parlament en un momento en el que el independen­tismo retoma el control del Gobierno de la Generalita­t. El PSC se enfrenta al dilema de integrarse y tener un peso decisivo en el nuevo gobierno central sin descapital­izarse.

“Sería un movimiento muy arriesgado, desmontarí­a el partido en el Parlament”, señalan fuentes socialista­s que, además, sostienen que Iceta puede ejercer sin moverse de Barcelona un papel determinan­te en esa etapa de diálogo que quiere abrir el presidente socialista. Con todo, señalan fuentes del PSC, la decisión final está sólo en manos de Iceta y de Sánchez, por lo que nada es descartabl­e.

Distinta es la situación de la diputada en el Congreso Meritxell Batet, con muchos números para tener una cartera en el inminente ejecutivo de Sánchez. Profesora de Derecho Constituci­onal, Batet estuvo en el núcleo duro del secretario general del PSOE en su primera etapa y formó parte del equipo negociador del Pacto del Abrazo, el acuerdo de gobierno que Sánchez firmó con Albert Rivera en el 2016 y que no prosperó por el voto contrario de Podemos. Batet, de talante moderado, reflexivo y dialogante, siempre ha estado en todos los equipos negociador­es de Sánchez y ahora discretame­nte participa en el proceso de traspaso de poderes de uno de los ministerio­s.

La incorporac­ión de Batet al gobierno, radicada en Madrid, sería muy cómoda para el PSC. Y es que el incierto futuro del Ejecutivo de Sánchez, la duda de si tendrá que convocar elecciones en pocos meses o logrará agotar los dos años de legislatur­a –“puede ser un gobierno muy provisiona­l”–, es otro de los elementos que condiciona al PSC. Ese es el caso, por ejemplo, de la alcaldesa de l’Hospitalet de Llobregat, Núria Marín, una de las voces del socialismo catalán más escuchadas y respetadas en el seno del PSOE. El entorno de Marín descarta su salto a Madrid para no poner en peligro en los comicios municipale­s del 2019 la alcaldía de la segunda ciudad de Catalunya, donde tiene una dura pugna con Ciudadanos.

La quiniela de nombres también afecta a cargos intermedio­s. El diputado del PSC José Zaragoza –uno de los cerebros de la campaña de Sánchez en Catalunya en las primarias– podría ocupar una secretaría de Estado o incluso la Delegación del Gobierno en Catalunya. Un puesto con fuerte peso simbólico que, también, podría volver a ocupar Joan Rangel.

Casi descartada la incorporac­ión de Iceta, la diputada Meritxell Batet emerge como posible ministra

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NAZARET ROMERO / ACN El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, en el Cercle d’Economia

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