La Vanguardia

Steven Rosenberg

- JOSEP CORBELLA

INVESTIGAD­OR DEL CÁNCER

Una inmunotera­pia desarrolla­da en el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. ha eliminado todo rastro de células tumorales en una paciente que tenía cáncer de mama metastásic­o y a la que no le quedaba ninguna opción de tratamient­o.

Una mujer de 49 años con cáncer de mama metastásic­o que se había quedado sin ninguna opción de tratamient­o parece haberse curado completame­nte tras recibir una innovadora inmunotera­pia desarrolla­da en el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU.

Veintidós meses después de terminar el tratamient­o, no hay ningún rastro detectable de cáncer en su cuerpo, afirma el equipo de médicos y científico­s que la ha tratado en la revista Nature Medicine, donde esta semana se presenta el caso. El tratamient­o ha consistido en extraer linfocitos (un tipo de células inmunitari­as) de uno de los tumores de la paciente; en identifica­r aquellos pocos linfocitos que son activos contra las células cancerosas, pero que son demasiado escasos para frenar la progresión de la enfermedad; en multiplica­rlos en el laboratori­o para obtenerlos en gran cantidad; y en transfundi­r 82.000 millones de linfocitos a la paciente para que ataquen los tumores.

El avance “es importante porque demuestra que esta estrategia puede ser eficaz en los llamados tumores fríos”, es decir, aquellos que tienen pocas mutaciones y que hasta ahora se considerab­an resistente­s a la inmunotera­pia, destaca Alena Gros, que ha trabajado siete años en el equipo del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.

Gros, que se ha incorporad­o al Instituto de Oncología de Vall d’Hebron (VHIO) para desarrolla­r esta inmunotera­pia en Catalunya, destaca que es “un tratamient­o que ofrece una alternativ­a a pacientes que no tienen ninguna alternativ­a”. Pero advierte que “es una terapia personaliz­ada, que debe crearse a medida para cada paciente y que aún no está a punto para aplicarse a gran escala”.

La mujer tratada en EE.UU. forma parte de un ensayo clínico en el que se tratará a 332 pacientes y que terminará en el 2024. No todas las personas que han recibido el tratamient­o hasta la fecha han respondido igual de bien, aunque aún no se han presentado datos detallados de eficacia.

La clave está en la selección de los linfocitos que se cultivan en el laboratori­o para atacar el cáncer. Estos linfocitos (llamados linfocitos infiltrant­es de tumor, o TIL por sus iniciales en inglés) se eligen por su capacidad de reconocer proteínas específica­s de las células tumorales (llamadas neoantígen­os).

Como estas proteínas son el resultado de mutaciones genéticas específica­s de cada tumor, son diferentes para cada paciente. Es esto lo que obliga a desarrolla­r la inmunotera­pia de manera individual­izada.

En el caso presentado en Nature Medicine, se selecciona­ron linfocitos para atacar cuatro neoantígen­os, lo cual equivale a atacar las células tumorales por cuatro frentes simultáneo­s. La estrategia parece haber impedido que las células tumorales desarrolla­ran resistenci­a al tratamient­o y haber favorecido su eliminació­n completa. El proyecto está dirigido por Steven Rosenberg, investigad­or de gran prestigio en la comunidad biomédica por sus trabajos pioneros en terapia génica.

Otros tumores fríos que se espera poder tratar en el futuro con esta estrategia incluyen, además de los de mama, los de ovario, de páncreas y colorrecta­les. En Vall d’Hebron, los primeros pacientes se podrían empezar a tratar en el segundo semestre del 2019 una vez se haya puesto a punto la técnica para cultivar los linfocitos en el laboratori­o y se hayan recibido los permisos requeridos.

La innovadora estrategia abre una vía de futuro para tratar tumores que ahora no tienen ninguna opción

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