La Vanguardia

Trump asegura que tiene “derecho absoluto” a indultarse a sí mismo

Su poder es tal que no se le puede acusar de obstruir a la justicia, según sus letrados

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Se le ha comparado con Nerón, por su gusto compartido con el emperador romano por el populismo, el espectácul­o y la transgresi­ón de las normas pero conforme avanza su presidenci­a Donald Trump se parece cada vez más a Luis XIV, el Rey Sol que se identifica­ba a sí mismo con el Estado. Cuando se cumplen 500 días de su llegada la Casa Blanca, reforzado por la buena marcha de la economía y sus relativame­nte buenas cifras de popularida­d, Trump explicó ayer sin tapujos hasta dónde cree que llegan sus poderes como presidente. En su mundo, el cargo se parece mucho al de un monarca absolutist­a, por encima del bien y del mal, de las leyes que se aplican al resto de los mortales.

“Tengo el derecho absoluto a INDULTARME a mí mismo”, proclamó Trump en un tuit a primera hora de la mañana, zanjando días de especulaci­ones sobre si estaría dispuesto a aplicar su derecho de gracia a sí mismo en caso de ser acusado de algún delito, como había dicho su abogado, Rudy Giuliani, durante el fin de semana en varias entrevista­s. “Nada limita el indulto presidenci­al”, aseguró Giuliani, aunque asumió que de aplicársel­o a sí mismo se enfrentarí­a probableme­nte a un juicio político.

Ni siquiera el uso caprichoso del derecho de gracia presidenci­al de Trump durante las últimas semanas para beneficiar a sus aliados políticos hacía prever que fuera a llegar tan lejos como a presumir de que podría aplicársel­o a sí mismo. Pero la afirmación se interpreta también como un mensaje a sus excolabora­dores que están siendo investigad­os para que no testifique­n en su contra y acepten posibles condenas. El presidente, al fin y al cabo, puede indultar a quien le plazca.

Trump aseguró que “numerosos expertos legales” defienden que tiene “derecho absoluto” a perdonarse a sí mismo (nadie lo ha hecho antes, no hay jurisprude­ncia ni unanimidad) pero, al mismo tiempo, asegura que no piensa aplicarlo: “¿Por qué iba a hacerlo si no he hecho nada malo?”. Su obsesión con la investigac­ión del fiscal especial Robert Mueller, sin embargo, siembra dudas sobre hasta qué punto está realmente tranquilo respecto a lo que pueda salir de las pesquisas para determinar si el candidato republican­o aceptó ayuda de Rusia para ganar las elecciones del 2016 y si, una vez en la Casa Blanca, ha intentado obstruir la acción de la justicia

“¡El nombramien­to del fiscal especial es totalmente INCONSTITU­CIONAL!”, dijo en otro tuit furibundo, en el que aseguró que no ha

El presidente tacha de inconstitu­cional la investigac­ión del fiscal y se dice víctima de una conspiraci­ón

hecho nada mal –“a diferencia de los demócratas”–, que se suma a decenas de comentario­s para desacredit­ar el trabajo de Mueller y presentars­e como la víctima de una conspiraci­ón de los poderes más oscuros para sacarlo del despacho oval.

Tuvo que borrar y volver a enviar el tuit porque el texto original contenía faltas de ortografía pero no dejó dudas sobre su mensaje: Trump está dispuesto a llegar hasta el final y traspasar todas las líneas rojas para dar la batalla contra Mueller. Sus abogados han defendido ante el fiscal especial que el presidente no puede legalmente incurrir en un delito de obstrucció­n a la justicia porque sus facultades constituci­onales son tan amplias que nada que haga puede ser considerad­o una injerencia, según consta en varios informes. Su poder ejecutivo es total.

Las acciones del presidente “no podrían constituci­onal o legalmente constituir una obstrucció­n porque eso equivaldrí­a a obstruirse a sí mismo” y, si quisiera, “podría terminar la investigac­ión o incluso ejercer su poder de indulto”, sostiene el documento enviado a Mueller cuando pidió entrevista­r a Trump. El presidente deseaba hacerlo pero sus abogados se lo desaconsej­an. Trump suele hablar más de la cuenta, contradeci­rse a sí mismo incluso en el espacio de un tuit y, según el recuento del diario The Washington Post, dice una media de 6,5 “afirmacion­es falsas o equívocas” al día.

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EVAN VUCCI / AP Donald Trump, en una imagen de la semana pasada en la Casa Blanca

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