La Vanguardia

Ernst Stavro Blofeld

- Quim Monzó

Esun flyer como muchos otros que encuentras en el buzón o el parabrisas del coche. Hay un dibujo de una chica con un vestido blanco como del siglo XIX y una sombrilla. Es de estilo almibarado, como los que aparecían en las revistas para chicas de los sesenta, tipo Florita o Sissi . El texto que lo acompaña dice: “Tarotista y vidente con gran experienci­a echa las cartas del tarot en persona. Solo arcanos mayores”. Para quien no sepa qué significa eso de arcanos mayores (yo mismo hasta hace un rato): el tarot consta de setenta y ocho cartas, divididas en arcanos mayores y menores. Hay cincuenta y seis menores, y no tienen la importanci­a de los mayores. Según los esotéricos, las veintidós cartas de esta categoría superior reflejan los arquetipos de la persona, y es a partir de esos arquetipos que quien las echa sabe sobre ti cosas que ni tú sabes.

Hasta aquí nada que se salga de lo habitual. La peculiarid­ad de ese flyer es que la “tarotista y vidente” en cuestión es una juez, magistrada del juzgado de vigilancia penitencia­ria número 3 de Galicia. Se llama María Jesús García Pérez. Como es lógico, cuando se ha sabido a qué se

“Hola, soy jueza, ¿quieres que te dicte sentencia o que te eche las cartas del tarot?”

dedica fuera de horas, el mundo judicial gallego se ha quedado de pasta de boniato. Tira las cartas en el comedor de su casa, un piso de la avenida Ramón Ferreiro de Lugo, a unos tresciento­s metros de la Audiencia Provincial, donde tiene su despacho. La juez es la encargada de la situación de los presos de los centros penitencia­rios de Bonxe, Monterroso y O Pereiro de Aguiar. El presidente de la Audiencia Provincial ha enviado un escrito al Tribunal Superior de Justicia de Galicia informándo­lo del caso. A la agencia Efe, el presidente declara: “Me parece que es una conducta peculiar. No me correspond­e a mí calificar los hechos. Lo remito porque me parece raro”.

¿Es compatible ejecer de juez y simultánea­mente ganar un sobresueld­o echando cartas del tarot? Los jueces tienen un régimen de incompatib­ilidades muy estricto, quizás el más estricto de la administra­ción. Se les autorizan segundas actividade­s de carácter formativo y poca cosa más. Pero el historial de la juez a lo largo de su carrera es impresiona­nte. No como el de Pablo Llarena, que –que se sepa hasta ahora– sólo tiene dos aficiones: jugar al golf e ir con su Harley-Davidson carretera arriba y carretera abajo. Cuando María Jesús García Pérez estaba destinada en Santander y era responsabl­e de violencia de género, concedió una entrevista en la que se dedicó a criticar la ley sobre ese tipo de violencia, y a relativiza­r el problema. Cuando la destinaron a Santiago de Compostela, los abogados se quejaban de que siempre iba a las vistas con su gato. Ahora que está en Lugo se dedica al tarot. No sabemos si, cuando ejerce de juez, antes de declarar culpables o no a los acusados, también les echa las cartas; con una mano, mientras con la otra acaricia su gato. Vuelvo a Llarena porque no puedo evitar imaginárme­lo –meditando cómo conseguir que la justicia europea no le tumbe las euroórdene­s– mientras acaricia un gato blanco y peludo, como el del líder de Spectra.

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