Nadal: “No me siento viejo”
El balear elimina al alemán Marterer, que amenazaba con complicarle el partido
Rafael Nadal exhibió ayer su proverbial resiliencia, su capacidad para sobreponerse a las crisis que inevitablemente se producen en todos los partidos. Fue lo que hizo contra el alemán Maximilian Marterer, que se mostró insidioso y amenazaba con complicarle mucho el partido. El campeón español supo conjurar el peligro a tiempo, imponiéndose en el tie-break del tercer set, y ya está en cuartos de final de Roland Garros, el torneo más importante de su carrera.
El duelo comenzó con un Nadal poco acertado. Marterer se puso por delante y al de Manacor le costó 26 minutos revertir la situación. La manga cayó de su lado por 6-3.
El segundo set arrancó mucho mejor, con Nadal rompiendo el servicio del rival. Los siguientes juegos fueron consolidando la ventaja del español, que acabaría ganando la manga por 6-3.
A partir de entonces, el balear entró en zona de turbulencias y las cosas se pusieron un poco feas. Marterer apretaba, con su potencia y colocación, mientras que Nadal cometía demasiados errores. Con todo, el español no permitió que el teutón tomara una ventaja excesiva. Marterer se colocó 6-5, pero Nadal igualó a 6 y forzó el tie-break . Y en ese momento el mallorquín, como ya había hecho en el primer set, puso en valor su experiencia y sus recursos, echó mano de su instinto de supervivencia, de su capacidad de resistir y superarse. El tiebreak se resolvió por 7-4 a favor del español, que materializó su segundo match-ball. Quién sabe qué hubiera pasado de jugarse un cuarto o un quinto set. Nadal evitó a toda costa esta eventualidad, por el riesgo que entrañaba y la sobrecarga de esfuerzo ante la próxima eliminatoria, que le enfrentará, mañana, al argentino Diego Schwartzman.
Es ya recurrente que en las últimas ruedas de prensa surja el tema de la edad (Nadal cumplió 32 años el domingo), o al menos de la veteranía. “No me siento viejo”, dijo, y recalcó que disfruta aún jugando, el día a día, en especial en un escenario como Roland Garros. Le preguntaron con malicia –insinuando que el sorteo le había adjudicado una ruta demasiado fácil– si aún debía llegar “el gran examen” en este torneo. “Mi gran examen es cada día”, replicó. Y sobre si el entorno –la ciudad de París–, le inspira para jugar mejor, dio poco margen para la poesía urbana. Recordó los muchos títulos ganados en Barcelona, Roma o Montecarlo y zanjó así la cuestión: “Es la superficie (tierra), no el lugar”.