La Vanguardia

Quien mal empieza...

- XAVIER G. LUQUE PRÓXIMO CAPÍTULO: 1986 México. Barrilete cósmico

El de 1982 fue el Mundial de España. El primero con 24 finalistas. Y tuvo instantes brillantís­imos, especialme­nte en el estadio de Sarrià, ya en segunda ronda, donde coincidier­on Italia (futuro campeón), Argentina (campeón saliente) y Brasil (el gran favorito). El colorido en las gradas y la tensión en el césped (el marcaje de Gentile a Maradona, el triplete de Paolo Rossi, las sutilezas de Zico y Sócrates...) fueron páginas de lujo. Pero el Mundial de 1982, para España, empezó mal y acabó peor.

“Este primer gran acto del Mundial España 1982 acapara el interés deportivo mundial”, proclamó el periodista José María Casanovas en la presentaci­ón del sorteo, seguido por “cerca de 500 millones de espectador­es”. Era el 16 de enero de 1982, en el Palacio de Congresos de Madrid, y ha pasado a la historia como el peor sorteo de los Mundiales. Contó con una innovación poco afortunada: en lugar de recipiente­s con bolas se utilizaron los bombos de la Lotería Nacional y los niños del colegio de San Ildefonso. Las bolas simulaban un pequeño balón de fútbol, constaban de dos partes enroscadas entre sí y en su interior escondían un papelito con el nombre de uno de los finalistas. Preciosas. Pero demasiado grandes.

El acto solemne contó con periodista­s, selecciona­dores, federativo­s y tuvo en primera fila al príncipe Felipe (entonces un niño de 13 años), recibido y despedido a los acordes del himno español. Presidían João Havelange (FIFA), Pablo Porta (Federación Española), Hermann Neuberger (comité organizado­r) y un joven Sepp Blatter, que fue el responsabl­e del primer desaguisad­o. Ante todo el mundo del fútbol.

Explicó que Perú y Chile no podían coincidir en los grupos que tenían a Argentina y Brasil como cabezas de serie y empezó el sorteo con el bombo B (Escocia, Irlanda Norte, Bélgica, Francia, Chile y Perú). Salió la primera bola, la de Bélgica, y la situaron en el grupo 1, el encabezado por Italia. Luego salió Escocia, y fue a parar al 3, el de Argentina. Llegó una tercera bola a manos de Neuberger... y se percataron de que aquello no cuadraba y que coincidirí­an los sudamerica­nos. Confusión en la mesa, y no digamos en las television­es (en el caso de TVE los comentaris­tas eran Mari Carmen Izquierdo y Matías Prats jr., superados por los acontecimi­entos). Empezó la manipulaci­ón: la tercera bola, sin abrir, fue reintroduc­ida en el bombo, mientras los niños de San Ilde-

fonso cruzaban miradas entre expectante­s y divertidas. Blatter explicó que, nada por aquí, nada por allá, Escocia saltaba al grupo 6 (el de Brasil) y Bélgica se iba al 3, con Argentina.

El siguiente escándalo llegó con el bombo C. En ese momento los espectador­es ya habían descubiert­o que las bolas se asignaban por orden a los grupos, del 1 al 6. Ya habían salido cuatro y tocaba el rival del grupo 5, el de España. Pero la bola se atascó. No salía del bombo. Al intentar arrancarla, se abrió, se partió en dos. Risas de los niños, plano fijo a otro punto de la sala y finalmente la bola, reconstitu­ida, llegó a Blatter, que cantó el premio: el rival de España era Honduras. Y aún más. Y peor. La chapuza iba creciendo. En el último bombo, el A (URSS, Checoslova­quia, Polonia, Hungría, Yugoslavia y Austria)... otra bola traviesa. Más difícil todavía: con una mitad fuera y la otra dentro del bombo, donde aún había otras cuatro bolas. Empezó entonces una serie de manipulaci­ones para obligar a la mitad que faltaba a tomar el canal de salida. Uno metía un par de dedos por las rendijas del bombo, otro intentaba apartar las bolas... Nada. Finalmente se optó por ir sacando bolas, una tras otra, hasta que cayera la mitad deseada. Pero se produjo otra escena esperpénti­ca: mientras caían bolas enteras por el canal, uno de los niños las recogía y las iba reintroduc­iendo por otra parte del bombo, con lo que el problema se eternizaba.

Fue un sorteo patético, premonició­n del pobre papel de España en el torneo. Atenazados por los nervios, bloqueados por unas medidas de seguridad extremas (se temía un atentado de ETA), con una polémica estúpida sobre las medias de Arconada (porque eran blancas, sin la rojigualda), el once español que dirigía José Emilio Santamaría fracasó. En la primera fase sólo pudo empatar con Honduras (y de penalti), ganar a Yugoslavia (con otro penalti, éste escandalos­o) y perder con Irlanda. Aún así pasó y luego, en otro grupo con Alemania e Inglaterra, sólo obtuvo un empate sin trascenden­cia cuando ya estaba eliminada. “En estas condicione­s, hasta Pelé habría fracasado”, explicó Jesús Mari Satrústegu­i, uno de los seis jugadores de la Real Sociedad en el equipo.

El Mundial de España tuvo un sorteo patético y un mal papel de ‘la roja’. Pero dejó

momentos sublimes en el

viejo Sarrià

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BOB THOMAS / GETTY Sarrià. El campo del Espanyol acogió los mejores partidos de un torneo con gran fútbol
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BOB THOMAS / GETTY Camp Nou La inauguraci­ón fue un canto a la paz
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¿Qué sucede? Blatter se gira hacia el bombo: las bolas se atascan
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Naranjito La mascota del Mundial 82 tuvo incluso una serie de animación
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