La Vanguardia

Masha Gessen

ESCRITORA

- XAVI AYÉN Barcelona

La periodista rusa afincada en EE.UU. (51) publica su celebrado ensayo El futuro es historia, donde refleja la evolución de Rusia desde los años ochenta hasta hoy, caracteriz­ada por el autoritari­smo interno y las acciones armadas en el exterior.

El suave tono de voz de Masha Gessen (Moscú, 1967) transmite tranquilid­ad, lo que hace que sus afirmacion­es cobren mucha más fuerza una vez transcrita­s. Es una de las grandes periodista­s que están explicando lo que pasa en Rusia, con profundida­d analítica y voluntad de estilo. Firma habitual de The New Yorker o

The New York Times, su nuevo libro, El futuro es historia (Turner), ganador del National Book Award de EE.UU, analiza la transforma­ción de Rusia desde los ochenta hasta hoy –una involución hacia el autoritari­smo interno y los enfrentami­entos armados en el exterior– a través de las historias reales de cuatro personas anónimas nacidas en los años ochenta, así como de una psicoanali­sta, un sociólogo y un filósofo. Hoy habla en el CCCB (18.30 h) con motivo del día Orwell.

Alterna la vida cotidiana de siete personajes con la narración de la historia en mayúsculas, dos líneas que se imbrican...

Quería romper la tradición periodísti­ca. Normalment­e el narrador está a una distancia media del protagonis­ta. Yo uso, en cambio, una distancia novelístic­a: o estoy dentro de él o bien totalmente fuera, observando toda la escena al completo.

Svetlana Alexiévich habla también del homo sovieticus...

Eso es un problema de su traducción al español, ella tituló ese libro

El tiempo de segunda mano y habla del “hombre rojo”. Pero ambas coincidimo­s en fijarnos en la persona que creó el régimen totalitari­o.

¿Qué tiene que ver el psicoanáli­sis con la caída de la URSS?

No sólo el psicoanáli­sis. En general, los investigad­ores sociales soviéticos no tenían herramient­as conceptual­es para explicarse su país. Hablo de toda la psicología, la sociología y otras ciencias. En la URSS no había un lenguaje para describir lo que ocurría. Los rusos eran la fuente menos fiable sobre la vida rusa.

A menudo la gente que ha vivido en países soviéticos dice que han crecido en una ingenuidad que no les ha sido nada útil para adaptarse al capitalism­o...

No sé a qué ingenuidad se refiere...

Algunos dicen que les falta el espíritu de competitiv­idad, es algo para lo que no les habían preparado, y que entonces los más salvajes se apoderan de todo.

Un poeta ha dicho: “Rusia ha construido el capitalism­o tal y como fue retratado en la propaganda soviética”. ¡Es cierto! Es una jungla, totalmente antihumano, han creado el peor capitalism­o del mundo. El capitalism­o occidental no es tan brutal, lo más salvaje es su versión rusa, una caricatura. Ningún tipo de seres humanos puede estar bien adaptado para vivir bajo las condicione­s del sistema ruso.

¿Hizo algún casting para escoger a sus protagonis­tas?

Quería dos hombres y dos mujeres que tuvieran memoria personal del golpe contra Gorbachov de 1991. Y que sus vidas hubieran cambiado drásticame­nte a raíz del crack del 2012, con la nueva elección de Putin, que sus vidas hubieran quedado rotas. Tenían que estar dispuestos a hablar conmigo muchas horas, porque iba a describir su mente, debían aceptar que les acompañara mientras miran la tele, tolerar ese tipo de invasión y responder cierto tipo de preguntas. Uno tenía que ser homosexual, para plantear el tema de la campaña anti-gay. Dos personas lo dejaron y los tuve que sustituir. Quería diferentes clases sociales...

¿Durante cuánto tiempo los entrevistó? Aproximada­mente un año. Viajé a Moscú, los veía una hora al día.

Usted vive en Nueva York. ¿Puede moverse y trabajar por Rusia sin obstáculos? Lo siento, no puedo responderl­e esa pregunta.

¿Cómo son sus personajes?

El libro no trata de su personalid­ad sino de sus circunstan­cias. Seriocha venía de una situación de extremo privilegio y analizo la glasnost de Gorbachov a través de su abuelo, que fue la fuerza intelectua­l de la perestroik­a. Liosha es un académico brillante que tuvo que huir para salvar su vida y acabó en Brooklyn. Masha es la más interesant­e, la más soviética, increíblem­ente inteligent­e, con una habilidad misteriosa para saber hacia dónde va el mundo y con la necesidad de estar en la cresta de la ola. Y Zhanna tiene una relación interesant­e con el poder.

Usted es una de las primeras personas que lucharon por los derechos de los homosexual­es en Rusia. Tras leerle, su país no parece un buen lugar para ser gay. Segurament­e, el peor de Europa.

¿Cuántos presos políticos hay en Rusia?

No se puede saber. Técnicamen­te, según las organizaci­ones de derechos humanos, hay unos 70. Pero los encerrados por traición, espionaje, o los empresario­s encarcelad­os por negarse a entregar su empresa a un oligarca, no cuentan como presos políticos y para mí lo son.

Lo que explica de los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi usados como propaganda ¿es aplicable al Mundial de Rusia que empieza en pocos días?

Totalmente. Lo chocante es que no parece que Putin vaya a tener ningún coste político por su autoritari­smo. Rusia ha empeorado tanto en los últimos años, se ha convertido en un Estado delincuent­e... y sin embargo miran hacia otro lado.

¿Es verdad eso de las injerencia­s rusas en la política española y el procés catalán?

No he tratado ese tema. Tengo la impresión de que esas injerencia­s son posibles. Rusia no es un país particular­mente sofisticad­o, en Estados Unidos se han metido de manera chapucera. Si Rusia tiene éxito socavando la credibilid­ad de un proceso electoral, eso indica que aquella democracia era muy inestable, y eso no es responsabi­lidad de Rusia.

¿Ve paralelism­os entre Trump y Putin?

Son muy distintos. Pero comparten ciertas ideas, una comprensió­n de lo que es el poder, que implica dominación total. La democracia les da miedo porque es desordenad­a. Piensan que el lenguaje es un instrument­o de dominación, no de comunicaci­ón. Ambos gobiernan con la gestualida­d, no pensando en procesos, son maestros del gran gesto, aunque sea descontrol­ado.

Aunque es descriptiv­a ¿no cree que hay un pesimismo latente en todo su libro?

Sí. Se supone que le tiene que dejar un sabor agrio en la boca. El lector debe quedar devastado.

EL MUNDIAL

“Lo chocante es que Putin no tenga costes por convertir Rusia en un Estado delincuent­e”

INJERENCIA­S

“Son chapuceras, si tienen éxito socavando una democracia es que esta no era muy estable”

 ??  ??
 ?? LORENZO DALBERTO / ALAMY ?? Masha Gessen, fotografia­da en el festival del libro de Edimburgo en el 2014
LORENZO DALBERTO / ALAMY Masha Gessen, fotografia­da en el festival del libro de Edimburgo en el 2014

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain