La Rusia dadaísta
El Reina Sofía reivindica el protagonismo ruso en una estética radical que se suele asignar a Occidente
El Museo Reina Sofía acoge la exposición Dadá ruso 1914-1924, que acoge más de 500 piezas mediante las cuales elabora una lectura del arte de ese país como referente del movimiento dadá, acercándolo así a los tradicionales centros de esta tendencia como París, Berlín, Nueva York o Zurich.
Nosotros hemos abandonado el futurismo, y nosotros, los más valientes de los valientes, hemos escupido en el altar del arte”, proclamó en 1915 el pintor ruso Kazimir Malévich. La frase aparece inscrita en una de las primeras salas de la gran exposición Dadá ruso 1914-1924, que el Museo Reina Sofía abre hoy al público. Es la primera vez, destacan los organizadores, que el arte de vanguardia de aquel país se contempla desde la perspectiva de los cánones del dadaísmo. La muestra busca reivindicar el protagonismo de Rusia dentro del radicalismo estético de un movimiento cuya irrupción suele asignarse a distintas ciudades occidentales: París, Berlín, Nueva York y Zurich, en cuyo famoso cabaret Voltaire se supone que se fundó el dadá en 1916. La exposición se orienta además a examinar el arte ruso pre y posrevolucionario, básicamente en los años que van del estallido de la primera Guerra Mundial a la muerte de Lenin.
Con medio millar de obras recabadas de numerosos museos y colecciones particulares –250 pinturas, collages y dibujos, más de 150 documentos, 73 fotos y 22 películas–, la recopilación da cuenta de la variadísima producción de 90 artistas del gigante del Este y de otras naciones europeas entre los que figuran Natan Altman, Iván Kluin, El Lisitzki, Kazimis Malévich, Vladimir Mayakovski, Aleksander Ródchenko, Vladimir Tatlin, Francis Picabia, Natalia Goncharova o Man Ray.
El conjunto ilustra el carácter multimedia del arte ruso de la época –con rompedoras combinaciones de lenguajes y formas de expresión–, la defensa de la creación colectiva, la implicación política de los creadores, el deseo de participar en proyectos de agitación pública y la adopción de la negación, la ironía, el absurdo y el azar como principios expresivos básicos.
“Las performances extravagantes, las campañas antibélicas, la negación de lo clásico y una innovadora forma de fusionar lo visual y lo verbal son algunos de los rasgos compartidos entre la vanguardia rusa y el movimiento internacional dadá”, explicó en la presentación la comisaria de la muestra, Margarita Tupitsyn.
La exposición, abierta hasta el 22 de octubre, se reparte en tres secciones de recorrido cronológico. La primera se dedica a los años previos a la revolución y presenta materiales relacionados con la influyente ópera del absurdo Victoria sobre el sol (1913). La abstracción alógica y el antiarte bajo fórmulas antiacadémicas e irónicas empapan, en este periodo, las obras de Iván Kliun, Olga Rózonova, Malévich, Tatlin, implicados a su vez en campañas contra la guerra que denuncian el militarismo y la brutalidad alemana.
La segunda sección evidencia el vínculo entre la estética radical dadá y la Revolución de Octubre de 1917, con no pocos exponentes de la implicación de los artistas en operaciones de agitación y de burla contra las clases derrocadas. A esta misma época corresponden las prácticas paralelas basadas en la razón y la anti-razón, el sentido y el sinsentido, el teatro del absurdo y el político, el cine paródico y el propagandístico, todo ello con el objetivo de construir un mundo nuevo. También despuntan entonces los nadistas, quienes proclaman: “No hay nada en el arte. Si alguien afirma con delicadeza que ‘el arte está por encima de la vida’ y ‘el arte nos enseña’, le atizamos con el palo en la cabeza”.
La tercera y última sección tiende un puente entre vanguardistas rusos y dadaístas de distintos países que frecuentaron París, Berlín y Nueva York, a principios de los 20. Mayakovski aparece como elemento catalizador desde que en 1922 marchó a la capital alemana coincidiendo con la inauguración allí de la Primera Exposición de Arte Ruso.
Para Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, la exposición sirve para visualizar el papel que el dadá tuvo entre los creadores rusos de principios del siglo XX, época que suele asociarse en exclusiva al constructivismo cuando en realidad ambos movimientos son “dos caras de una misma moneda”.
MEDIO MILLAR DE OBRAS
Las piezas van desde el estallido de la Primera Guerra Mundial hasta la muerte de Lenin
FORMAS DE EXPRESIÓN
El arte ruso tuvo también un carácter multimedia, con distintos lenguajes