La Vanguardia

Aznar se ofrece para reconstrui­r el centrodere­cha tras la caída de Rajoy

- JOSÉ MARÍA BRUNET

El expresiden­te del Gobierno José María Aznar hizo ayer un diagnóstic­o muy negro de la realidad política de España. Y se ofreció para tratar de repararla. Eso sí, a título individual, sin tutelas ni dependenci­as. Aznar está disponible para colaborar en la “reconstruc­ción” del centrodere­cha, pero sin recuperar papel alguno de partido. Aquella etapa al frente del PP quedó atrás. Es la que rememora el libro No hay ala oeste en la Moncloa, del que es autor quien fue su secretario general de Presidenci­a, Javier Zarzalejos, obra en cuya presentaci­ón hizo Aznar tales manifestac­iones.

Para Aznar hay abiertas ahora en España tres crisis graves. La de las fuerzas políticas, la territoria­l –con especial trascenden­cia en Catalunya– y la de los liderazgos. Un subtipo de la primera afecta al centrodere­cha, que se debe “reconfigur­ar” con urgencia, porque ese ámbito político está “dividido y enfrentado” . Para esa tarea de recuperaci­ón es para la que se ofreció el expresiden­te. Pero con condicione­s claras. “Mi compromiso –dijo– es con mi país, con España y con los españoles. No tengo ningún compromiso partidario, ni me considero militante de nada ni me siento representa­do por nadie”. Todo ello dicho a las pocas horas de que el expresiden­te Mariano Rajoy –a quien Aznar no mencionó en ningún momento por su nombre– anunciara que abandona el liderazgo del PP.

La crisis territoria­l alcanza a su vez su máxima expresión –explicó Aznar– en Catalunya, donde ha habido un intento de “golpe de Estado que sigue y que no ha sido desarticul­ado”. El expresiden­te utilizó alternativ­amente los términos “rebelión” y “secesión” para referirse a los hechos ocurridos en Catalunya. Lo importante, en todo caso, no era en su exposición la dimensión jurídica, porque ambos conceptos equivalen a su juicio a la noción de “golpe de Estado”, que es la que más empleó para referirse a la declaració­n unilateral de independen­cia.

Es verdad –prosiguió– que después de aquellos hechos se convocaron elecciones y que desde entonces “la justicia actúa”. Pero la solución al desafío “no va a venir por la vía de ninguna concesión”. En Catalunya “hay un gobierno golpista”, con apoyos “financiero­s y mediáticos”, cuya desarticul­ación forma parte de la respuesta necesaria frente a un problema agravado por la actual alianza entre “populismo y separatism­o”.

Quizá por ello la crisis del centrodere­cha –prosiguió– no es la única, ya que también existe una situación de quiebra en la izquierda, iniciada en el 2004, que fue el año en que el PP perdió las elecciones tras las dos legislatur­as de

El expresiden­te cree que en Catalunya “sigue un golpe de Estado que no ha sido desarticul­ado”

Aznar. Desde entonces, y a pesar de haber gobernado el PSOE hasta el 2011, “la izquierda no se ha recuperado”.

La crisis del factor liderazgo es el tercer factor negativo de la realidad española. “No han sido los ciudadanos los que han dado la espalda a los partidos”, sino al revés, dijo. “El victimismo –añadió– es lo contrario al liderazgo”, y de ahí pasó a la corrupción, lamentando que en fechas recientes –en alusión a la sentencia del caso Gürtel, pero sin mencionarl­a– se haya querido “manchar mi nombre”, porque “la mentira se ha profesiona­lizado y hay que evitar que salga gratis”. Y para terminar dijo que “practico muchos tipos de silencio, pero no el silencio irresponsa­ble”, anunciando que cuando hable lo hará para “estar con los españoles”.

Presentaro­n el acto Manuel Campo Vidal y Jon Juaristi. El autor, Javier Zarzalejos, definió a Aznar como “exigente”, pero subrayó que “esa exigencia siempre empezó consigo mismo”.

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KIKO HUESCA / EFE El expresiden­te Aznar, abordado por Esperanza Aguirre

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