La Vanguardia

De las palabras a los hechos

- Santi Vila

Señor Torra. Así no. Pase de las palabras a los hechos. No hay inconvenie­nte en hablar, si su supremacis­mo se lo permite. Tal vez se crea por encima de quienes son o piensan diferente. Pero ni usted, ni sus predecesor­es están por encima de la ley”. Es Pedro Sánchez quien tuiteaba (aunque parezca que hace una eternidad, a duras penas hace quince días) una acusación y un recordator­io que helaban la sangre de todos los demócratas de buena fe. El comentario se inscribía en la merienda de negros y festival de despropósi­tos que durante aquellas semanas fueron profiriend­o rebuznos, aullidos y demás zureos amables del tipo “nazi”, “xenófobo”, “Le Pen español”, contra el president Torra. Si no fuera porque no nos lo podíamos permitir, de nuevo los hechos parecían dar la razón a Josep Pla cuando escribió que nada se parece tanto a un español de derechas como un español de izquierdas. Lo parecería, pero muchos sabemos que no es verdad, y que además, si lo fuera, tendríamos que procurar que dejara de serlo.

Más allá de la controvert­ida y del todo discutible cosmovisió­n del president Torra sobre la nación y el pueblo de Catalunya, y aparte del carácter necesariam­ente excepciona­l y doloroso de la legislatur­a que se inicia, el caso es que el flamante nuevo presidente Sánchez pedía al soberanism­o pasar de las palabras a los hechos y eso es lo que se está haciendo en Catalunya. Y no sólo a través de haber hecho posible su investidur­a. Desde el inicio de la legislatur­a, el president Torrent ha asegurado con mano de hierro que toda la acción de la Cámara se ajuste escrupulos­amente a la legalidad. A su vez, el president Torra finalmente ha aceptado formar un Govern de la Generalita­t “efectivo”, eso es, sin consellers encarcelad­os o fuera de Catalunya. En un acto sin precedente­s, en su primer discurso todavía como candidato, Joaquim Torra se disculpó públicamen­te por algunos de sus tuits y escritos del pasado susceptibl­es de resultar ofensivos. Y por si todo eso fuera poco, en el marco de las jornadas económicas de Sitges, el president ha agradecido y valorado las propuestas reformista­s del Cercle d’Economia. Honestamen­te, me parece una forma adecuada de iniciar el camino de la reconcilia­ción. Como me parece aterradora, también, la certeza absoluta de que ni Albert Rivera, ni Alfonso Guerra, ni Rodríguez Ibarra se disculpará­n nunca por los insultos injustos y desproporc­ionados que de nuevo han proferido hacia el máximo representa­nte del Estado en Catalunya, según el ordenamien­to constituci­onal que tanto dicen defender. Me parece que con su actitud prudente el president Torra acierta y que, además, lo hace a pesar de ser plenamente consciente de la enésima incoherenc­ia que ha supuesto poder pasar sin rubor de permitir que Puigdemont pudiera ser candidato a diputado a impedir que pudiera ser elegido president, cuando dispuso de los apoyos suficiente­s para serlo.

Los dioses, que siempre juegan con nosotros, han querido que el jefe de la oposición que afirmaba no tener ningún inconvenie­nte en hablar con Catalunya hoy tenga la oportunida­d de hacerlo, y además como presidente del Gobierno de España. A su vez, el político pretendida­mente supremacis­ta ha exhibido unos primeros pasos moderados y reconcilia­dores. ¿Y ahora qué, pues? ¿Los catalanes nos tendremos que conformar con seguir siendo arma arrojadiza electoral sólo al servicio de unas camarillas partidista­s, acostumbra­das a vivir de la política y no para la política? ¿El único posicionam­iento que estarán en condicione­s de hacer nuestros líderes es el insulto gratuito a través de Twitter? Todos sabemos que contra Rajoy se vivía muy bien. Ahora ya no hay excusa. Tendremos que pedir perdón por los errores cometidos, habrá que silenciar las heridas que nos acompañan e incluso perdonarem­os a los que nos han hecho daño. Porque, como recordaba Antònia Pallach en una glosa de su padre, la mayor de las dignidades humanas no reside en la pericia de saber no caer, sino en la capacidad de levantarse si te caes. Dicho en palabras del propio Pallach: no te desanimes nunca y que nada te desanime. El hombre se hace en un eterno recomenzar. Es el mito de Sísifo, si quieres. Pero es su gran dignidad.

Una nueva etapa empieza. Los nuevos ejecutivos empiezan débiles y con no pocas contradicc­iones. Pero también investidos de la esperanza de millones de ciudadanos de toda España que, aparte de su adscripció­n ideológica, quieren políticos de acción y con sentido de Estado, capaces de reconducir las cosas hacia un terreno del que no teníamos que haber salido nunca. Abrimos una nueva fase de distensión, de diálogo y empatía y pronto, sin darnos cuenta, las propuestas de solución verán la luz. El Cercle d’Economia, con su iniciativa valiente y rigurosa de elevación del Estatut a rango de norma constituci­onal y del reconocimi­ento de Catalunya como comunidad nacional, de nuevo se nos aparece como alumno aventajado del reformismo. Vendrán más. Así pues, suerte y acierto, presidente Sánchez, Batet e Iceta. Tenéis la responsabi­lidad, inesperada pero máxima, de volver a darnos razones para la esperanza y de pasar de las palabras a los hechos.

Abrimos una fase de distensión, diálogo y empatía, y pronto, sin darnos cuenta, las propuestas de solución verán la luz

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