La Vanguardia

Día Orwell

- Oriol Pi de Cabanyes

Hoy, con una conferenci­a de la periodista estadounid­ense de origen ruso Masha Gessen, se celebrará el sexto día Orwell, una jornada en la que el lúcido escritor inglés será recordado de nuevo en el CCCB a iniciativa de un grupo de admiradore­s (Pau Rubio, Miquel Berga) que en el 2013 creyeron oportuno conmemorar el setenta y cinco aniversari­o de Homenaje a Cataluña, valioso testimonio de la guerra civil española.

Es en Barcelona y en el frente de Aragón, donde es herido, cuando Orwell toma conciencia de los peligros del totalitari­smo. Sobre todo durante los hechos de mayo de 1937, una guerra civil dentro de la Guerra Civil que en Barcelona dejó cientos de muertos. Andreu Nin, el líder del POUM, el partido en el que se movía Orwell, fue liquidado por sicarios del partido comunista a las órdenes de Stalin. Así que Orwell entró en la guerra antifascis­ta y salió antiestali­nista.

En 1945, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, George Orwell, viendo amenazados los valores democrátic­os en todo el mundo, sintió la preocupaci­ón de recrear la Liga por los Derechos Humanos que había funcionado en Francia y en la Alemania de antes de Hitler. Apunta que “sus fines eran proteger el individuo, en cualquier país, de la detención arbitraria y el encarcelam­iento sin juicio, de la deportació­n de su país natal o de la restricció­n de sus movimiento­s dentro de este, la promoción de la libertad de expresión y de prensa, y del derecho de todo ciudadano a nominar y a votar el candidato de su elección”. Orwell habla de ello con Bertrand Russell y con Arthur Koestler. Los nombres que propone para esta nueva organizaci­ón internacio­nal en favor de la libertad radical del individuo y frente a los abusos de un poder deshumaniz­ante son Liga para la Defensa y el Desarrollo de la Democracia y Liga para la Libertad y la Dignidad del Hombre. Firme defensor de la libertad, sus novelas son ya denuncias de las consecuenc­ias intelectua­les del totalitari­smo. 1984 es la pesadilla de un futuro opresivo. Y Rebelión en la granja podría también leerse como un referente del animalismo. Desmontand­o la teoría de Marx, el narrador adopta el punto de vista de los animales, “para los que está claro –según escribe en el prefacio de la traducción ucraniana de la obra– que el concepto de lucha de clases entre los humanos era pura ilusión, ya que cuando era necesario explotar a los animales todos los humanos se unían contra ellos: la verdadera lucha es la que se produce entre los animales y los humanos”.

George Orwell, nombre de pluma de Eric Blair, es mucho más que un novelista o un activista político. Es también un articulist­a y un ensayista de primera, un brillante escritor de ideas sobre arte y literatura, historia y sociedad. Fiel a la honestidad que le dictaba su conciencia, combatió intelectua­lmente a todos los totalitari­smos. Murió con 47 años, en 1950, cuando en EE.UU. se imponía el maccarthis­mo, y en todo el mundo, la guerra fría.

El escritor inglés entró en la guerra antifascis­ta y salió antiestali­nista

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