La Vanguardia

Una salida de fórmula 1

El Tour ordenará a los ciclistas en una parrilla en la etapa pirenaica de 65 km

- XAVIER G. LUQUE

¿Un recorrido de sólo 65 kilómetros puede ser considerad­o la etapa reina del Tour de Francia? Cuando menos, es lo que proclaman los organizado­res, que hablan también de etapa “dinamita” y califican la subida final de “nuevo Tourmalet”. Por ahora, y eso sí que es innegable, se puede afirmar que será una jornada peculiar, con un inicio sorprenden­te y un final inédito.

25 de julio, miércoles. La fecha la tienen marcada todos los aspirantes a la corona del Tour 2018. A cuatro días de París, una etapa pirenaica de 65 kilómetros con la salida al pie del Peyresourd­e. Arrancar y escalar. Y para poder mantener todo el atractivo de la apuesta, los corredores se situarán en la línea de salida en parrilla, como en las pruebas de BTT o en fórmula 1. Una luz verde será el aviso de salida, con los corredores escalonado­s según la clasificac­ión de aquel día. El maillot amarillo en primera posición, los diez primeros uno tras otro y más allá el resto, repartidos en grupos de 40 unidades, siempre siguiendo el orden de la general.

“Todo lo que sea innovar y mirar al futuro me parece positivo”, comenta Juan Antonio Flecha, el exciclista y analista de La Vanguardia. “Mirar adelante siempre es bueno, dinamizar, probar cosas nuevas, como esta parrilla”. Una etapa tan corta no tiene precedente­s próximos y hay que remontarse hasta el Tour de 1988, cuando se disputó una de sólo 38 kilómetros, de Tarbes a Pau. Pero lo que realmente sorprende

EL INICIO

En Bagnères de Luchon, cerca de la frontera con Val d'Aran, empezará una etapa insólita

es el trazado de este año, con los altos de Peyresourd­e, Val Louron y Portet encadenado­s. Un concentrad­o de montaña sin respiro. Y especialme­nte el final, el alto del Portet, “un verdadero gigante, un nuevo Tourmalet,” según explica Christian Prudhomme, el director de la carrera francesa.

El alto del Portet arranca en Saint Lary, a 880 metros de altitud, y culmina a 2.215, cien más arriba que el Tourmalet. Todo eso en 16 kilómetros a un desnivel medio del 8,7%. La carretera hacia el Portet es de hecho una desviación de la subida, más clásica, de Pla d’Adet, pero nunca escalada porque hasta no hace mucho tenía ocho kilómetros sin asfaltar, un problema ya resuelto gracias al interés del Tour. “El paisaje es magnífico, será uno de los impactos de este año”, ha explicado Prudhomme. De los 65 kilómetros de la jornada, 38 son de subida.

Es, además, una etapa que empieza muy cerca de Val d’Aran. La salida del día, con esta parrilla innovadora, se efectuará en Bagnères de Luchon, a 10km. del alto del Portilhon, que marca la frontera hispanofra­ncesa. En Bagnères, además, se situará una zona especial de calentamie­nto, que permitirá que los corredores puedan salir a toda marcha en cuanto el semáforo pase de rojo a verde.

La intención de los organizado­res es que la etapa se convierta en un cara a cara directo entre los favoritos, sin invitados de

EL FINAL

El alto del Portet, presentado como “el nuevo Tourmalet”, se escalará por primera vez

segunda fila. Hay que prever además que la mayor parte de los gregarios deberían hallarse en posiciones bajas de la clasificac­ión y por lo tanto en los grupos retrasados de la parrilla de salida.

Una vez salvado este examen innovador, el futuro vencedor del Tour tendrá que superar todavía dos pruebas de fuego más. Primero, el viernes 27 de julio, una etapa pirenaica clásica con los altos de Aspin, Tourmalet y Aubisque. Y finalmente, el sábado 28, la única contrarrel­oj individual de todo el Tour: 31 kilómetros por el País Vasco francés que no son, ni de lejos, llanos.

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