Fraude surrealista
La Fiscalía considera que unos japoneses fueron estafados
Un marchante de arte japonés y un editor experto en Dalí se sientan en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Barcelona por vender, según la Fiscalía, una copia falsa de la escultura Dios solar emergiendo de las aguas de Okinawa del artista ampurdanés.
Una gran caja de madera presidía ayer la sala polivalente de la Audiencia de Barcelona. En su interior había la escultura de Dalí titulada Dios solar emergiendo de las aguas de Okinawa, que el artista ampurdanés expuso en 1975 en tributo a los fallecidos de la Segunda Guerra Mundial. Quizás en este caso lo más prudente sería referirse a ella como la supuesta escultura de Dalí. Eso explica que ayer aquella escultura estuviera en los tribunales y que un marchante de arte japonés y un editor experto en Dalí se sienten en el banquillo como acusados por una presunta estafa que consistió, según el fiscal, en vender aquella pieza como si fuera la escultura auténtica que el genio del surrealismo expuso en Okinawa en 1975.
En abril del 2006, un grupo de agentes de arte japoneses se interesó en adquirir la obra para exponerla de forma permanente en Japón. El valor sentimental de una pieza elaborada especialmente para conmemorar aquella tragedia debía exhibirse sin ninguna duda en suelo nipón. Los contactos para adquirir la escultura culminaron con la creación del llamado Comité Okinawa Dalí Project, en el que intermedió Akira Marushima, un agente de arte japonés afincado en Barcelona, que consta como uno de los acusados. La propiedad de la obra era del marchante Juan González Quirós, que atesoraba también los derechos para vender el conjunto de la escultura.
El embrollo surge porque Dalí dio la autorización para hacer nueve reproducciones de la escultura a partir del molde original que serían catalogadas como auténticas con números que van del 1 al 9 junto a cuatro ejemplares más señalados con las letras M, C, D y E. Esta última, la señalada con la letra E, fue la que se expuso en Okinawa en 1975, la que Quirós dice que poseía y la que era objeto de deseo de los marchantes japoneses. Tras una negociación un tanto dificultosa finalmente los nipones adquieren en régimen de alquiler con opción de compra la escultura y efectúan diversos pagos por un montante de 372.000 euros. En mayo del 2008, la obra finalmente llega a Okinawa pero lo hace con algunas piezas de coral rotas. La reparación, según el fiscal, fue chapucera y consistió en la mera aplicación de pegamento de contacto. Los japoneses se sorprendieron al ver en una fotografía que la obra que se expuso en 1975 tenía un tono dorado, mientras que la alquilada era plateada. El fiscal sostiene que los nipones fueron estafados ya que la pieza no puede considerarse auténtica.
En cambio, los acusados señalaron
Los acusados reiteran que la pieza es auténtica y es la misma que se expuso en Okinawa en 1975
ayer que la escultura fue retocada por el propio Dalí cuando volvió de Okinawa y además aportan un informe que concluye que depende de la luz la escultura es dorada o plateada. Juan González Quirós fue exculpado de la causa por problemas médicos y la acusación se centra en el intermediario Marushima y en el editor conocedor de la obra de Dalí Eduard Fornés, que avaló la autenticidad de la obra entregada a los japoneses, para quienes se pide un año y medio de cárcel. Fornés dijo ayer en el juicio: “Si según ustedes esta no es la letra E, ¿cómo puede ser que después de tanto tiempo esa escultura no haya aparecido?”.