La Vanguardia

En órbita

- Enric Juliana

Hace quince días la señal del PSOE se estaba perdiendo en los radares. Algunos sondeos de finales de abril situaban al Partido Socialista en cuarta posición, ligerament­e por detrás de Podemos y del Partido Popular. El liderazgo de Pedro Sánchez se estaba desvanecie­ndo, sometido al empuje de Albert Rivera , el gran protegido de los poderes fuertes en España. Algunos de sus adversario­s en el partido ya rumiaban la posibilida­d de volver a tumbarle si los resultados de las elecciones locales y autonómica­s de mayo del 2019 eran catastrófi­cos para los socialista­s.

En sólo diez días, Sánchez ha conseguido dar la vuelta a la situación, mediante un audaz movimiento táctico que ninguno de los partidos de la oposición, exceptuand­o Ciudadanos, pudo rechazar.

Después de la triunfante moción de censura, la señal del PSOE está saturando los radares. Con la ayuda del astronauta Pedro Duque, el intrépido Sánchez ha puesto en órbita un buen Spútnik: un gobierno que parece sólido, novedoso y atractivo.

Ortodoxia europea –entérate, Italia–, contundenc­ia femenina más allá de la paridad, reclamos meritocrát­icos, tres magistrado­s duros, dos mensajes a Catalunya: el jacobino Borrell y la federalist­a Batet, aires de modernidad, aromas valenciano­s y un ministro de Cultura muy de Ana Rosa. No da miedo. No es el monstruo de Frankenste­in.

Un buen escaparate. Es el Gobierno que le hubiera gustado presidir a Rivera. Sánchez intercepta la parábola ascendente de Ciudadanos y acota momentánea­mente a Podemos, que sigue teniendo espacio por la izquierda. Los veteranos del PSOE no se lo acaban de creer.

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