Un juez duro contra ETA y su entorno
El nuevo ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (Bilbao, 1962), procede de la carrera judicial, con destinos sucesivos en el País Vasco y en la Audiencia Nacional. Aquí actuó con gran sensibilidad respecto de toda la problemática relacionada con el terrorismo y sus víctimas, entre las pudo haber estado, porque ETA planeó un atentado contra él en Ezcaray (La Rioja). En las fases en que se intentaron iniciativas para favorecer el final de ETA, durante la
etapa Zapatero, se distinguió por su rigor, convencido de que había que aplicar la ley sin concesiones a la banda terrorista y su entorno. Fue instructor de la causa por el chivatazo a la red de extorsión de la banda terrorista, el caso Faisán. Procesó al líder abertzale Arnaldo Otegi. Sustituyó al juez Garzón en su juzgado y archivó el caso del Yak-42. La Sala de lo Penal lo reabrió y Grande-Marlaska imputó finalmente a cinco militares españoles por imprudencia en relación con la mencionada tragedia. Sustituyó a Javier Gómez Bermúdez en la presidencia de dicha Sala de la Audiencia y ahí pasó al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) como vocal a propuesta del PP y más recientemente como miembro de su comisión permanente. Ha sido siempre defensor de los derechos de los homosexuales. Sobre su propia experiencia personal relataba en una entrevista en La Sexta relativa a su libro Ni pena ni miedo que “hacerlo público (en el 2006) no me afectó profesionalmente”. /