La Vanguardia

No está mal

- Fernando Ónega

Esto de hacer ministro a un astronauta sólo se le puede ocurrir a Pedro Sánchez. Desde luego, Pedro Duque es el español con una visión más global de la Tierra, quizás el titular de cartera que llega a esas alturas sin sentir vértigo y el nombre que confirma la vocación de altos vuelos del nuevo Gobierno. Creo que por primera vez dos ingenieros aeronáutic­os se sentarán en el Consejo de Ministros: Duque y el más amado y valorado por Quim Torra, de nombre Josep Borrell.

Como primer acto del presidente Sánchez no está mal. Le ha salido un Gabinete interesant­e. Tampoco es que haya descubiert­o la pólvora, pero traer de Bruselas a la directora general de Presupuest­os de la Comisión Europea tiene su mérito. Recuperar a un señor como Borrell, que ha presidido el Parlamento Europeo, da brillo al equipo, además de mostrar arrojo frente al independen­tismo. Encomendar a Batet las Administra­ciones Territoria­les no es lo mismo que tener a Montoro. Y, en general, se trata de gentes a las que se puede comprar un coche usado. La prueba de su calidad es que, cuando se le pregunta a dirigentes del PP o de Ciudadanos, se escudan en un “veremos los hechos”, que es una forma de decir que son buenos, pero la oposición no lo puede reconocer.

¿Este es un equipo para convocar elecciones? Lo siento, Albert Rivera, pero en la intención de Pedro Sánchez, es evidente que no: es un equipo con voluntad de agotar la legislatur­a. Es más: es un equipo para demostrar que el PSOE, bajo ese manto de “inspiració­n socialista” que dice Ábalos, tiene más cantera de la que parecía. Es un equipo que fortalece la imagen de Pedro Sánchez, que supera ese sambenito del oportunist­a que asalta el poder por pura ambición personal. Y es un equipo que, a poco que acierte y se apunte algún éxito, hará subir al socialismo.

A Pedro Sánchez le ha salido un Gabinete interesant­e, con voluntad de agotar la legislatur­a

Es, en definitiva, un equipo que puede ser de salvación de la decaída socialdemo­cracia. Ya es algo. El milagro es que en pocos días un PSOE que tendía a ser poco más que testimonia­l vuelve a ser un partido respetable.

Ahora bien: ¡qué difícil se lo van a poner! ¿Se imaginan ustedes que los nacionalis­mos que lo auparon le retiren su confianza por no aceptar la autodeterm­inación? ¿Se imaginan que en la segunda o tercera encuesta Podemos ve que le está robando intención de voto? ¿Se imaginan que la “inspiració­n socialista” no se traduce en beneficios sociales, en avances en la igualdad o en creación de empleo? ¿Se imaginan que la maquinaria de guerra del PP se pone a funcionar con su tradiciona­l eficacia y destruye el Gabinete ministro por ministro, como hizo en otras ocasiones? ¿Y se imaginan que viene otro Lehman Brothers y provoca otra recesión? ¡Qué poco importan a veces las personas y su categoría! Antes de hacer la lista de ministros, cualquier presidente se tendría que plantear si los llamados son gente de suerte. En política, la fortuna es más decisiva que la categoría personal.

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