Una noche para valientes
Acomodar a más de seiscientas (640 exactamente) personas ansiosas de verano, y de Carreras y de Arteta, no es fácil. Pero menos cuando las previsiones anuncian más chubascos que lluvia con veinticuatro horas de antelación. Con la mirada puesta en el cielo y el oído en los ensayos, los melómanos componentes del ejército que mueve los hilos de la sexta edición del festival (con Martín Pérez a la cabeza vestido de negro impoluto desde primera hora de la tarde) optaron al final por cruzar todos los dedos para que Carreras no tuviera que cantar bajo la lluvia pero, por si acaso, trasladaron el monumental lío de juegos de mesa, copas finas, y planchadísimos manteles (en rosa viejo) al interior de palacio.
Así, ya sin importar si las suelas de los zapatos de cóctel se hundirían en los charcos del jardín embarrado, la cena solidaria en favor de los Valientes del hospital Sant Joan de Déu (organizada con casi idéntica antelación como el cartel del más urbano de los festivales veraniegos) convocó a todos a las siete y media de la tarde con puntualidad suiza.
Aparcando política y nombramientos y con el discurso del nuevo presidente todavía muy reciente, la movida noche inaugural convocó a personajes tan diversos como Santi Vila, Xavier Trias o Jaume Collboni. Y a Paco Reynés, Josep Crehueras, Javier de Benito o Jaume Giró en un cóctel tan exclusivo como numeroso al que se sumaron también Javier Godó y Marisa Falcó, condes de Godó, y Carlos Godó, consejero delegado de Grupo Godó, acompañado por Maite de Obes. Llegaron todos casi al mismo tiempo, con paraguas y con prisas. Así que, siguiendo el consejo del comité organizador de la cena en favor de la fundación oncológica (con Ana Godó, Maite Barrera, Juan José Brugera, Fernando Conde, Luis Conde, José Luis Galí, Joan Carles Ollé, Josep-Ramón Sanromà y Martín Pérez) se apresuraron a abordar los platos del Consofía , que es el catering del restaurado hotel Sofía (ya para siempre sin lo de princesa).
Ensalada de cangrejo real y buey de mar; meloso de ternera y textura de chocolate fueron servidos en exactamente 90 minutos: que aquí el tiempo es oro y más cuando TVE tiene previsto retransmitir el concierto en directo. Así es como consiguieron tener a las nueve en punto a toda la comitiva acomodada (de nuevo) y las 2.400 plazas del aforo al completo para que la orquesta arrancara con L’Arlesienne suite y luego diera paso a Carreras que, aunque parezca una contradicción, empezó con L’ultima canzone.