“La impunidad llegó al Gòtic”
Vecinos y comerciantes denuncian que las instituciones desoyeron sus quejas sobre el narcolocal donde el martes mataron a un hombre
Vecinos del Gòtic llevaban meses denunciando que en el antiguo bar Shangó crecía el tráfico de drogas. El martes por la tarde un hombre de mediana edad murió acuchillado en estos bajos del número dos de la calle d’En Groc. Hace un mes se produjo otra pelea con cuchillos. Comenzó en el interior del local y acabó en la angosta calle. Ahora la indignación se expande por el barrio. El nuevo plan de choque del Ayuntamiento contra el narcotráfico en Ciutat Vella sufre así un duro golpe en sus primeros días de funcionamiento. Se trata de la primera muerte violenta relacionada con los narcopisos que se produce desde que se desató esta crisis el pasado verano.
“En el mes de marzo, vía registro, hicimos saber al Ayuntamiento que allí se traficaba –dice un comerciante de la cercana plaza Traginers–, pero a principios de año ya se lo habíamos dicho a los técnicos del distrito. Además, desde que cerraron los dos narcopisos de la plaza hace más de dos meses su actividad se estaba incrementando a toda velocidad ¿es esto suficiente para denunciar al Ayuntamiento y la Generalitat? No puede ser que lo sepan todo y sólo envíen una moto de vez en cuando. Hasta los secretas nos dicen que ya tienen conocimiento de una decena de narcopisos en el barrio. La impunidad llegó al Gòtic. Tuvieron que matar a un hombre para que cerraran este negocio”.
Al poco de producirse el homicidio varios padres de críos del colegio del barrio se citaban en un centro cívico para articular una respuesta ciudadana. “A ese hombre lo mataron a la hora de la salida del colegio, en una calle por donde paso continuamente con mis dos hijos, al lado de mi casa. Podríamos haber estado allí. ¡Al cadáver le asomaban los pies por la puerta! Cuando me enteré me dieron palpitaciones. La situación del Gòtic no es la del Raval, pero cada día se parece más”. “Estamos muy impactados –agrega la presidenta del Ampa de una de las escuelas del barrio–. Tenemos la impresión de que nos gobiernan a golpe de titulares, mirando hacia otro lado, como hicieron en el Raval, mientras que la droga se nos come. El barrio se está llenando de drogadictos italianos...”.
El Shangú fue un restaurante hasta hace poco más de un año. Pero sus responsables se mudaron y trasladaron su licencia. Los nuevos inquilinos montaron una suerte de club de jugadores de rol. En septiembre dejaron de pagar el alquiler. Entonces los vecinos de los alrededores comenzaron a sospechar de las actividades de este club. El propietario acudió en enero al local, y se encontró con una gente que no conocía, unos nuevos inquilinos que le aseguraron que le paga- rían poco a poco. Entonces el antiguo Shangú ya presentaba un aspecto decrépito. Hace un mes el propietario puso una denuncia por impago para desalojar el local.
La alcaldesa Ada Colau declaró ayer en una entrevista en TV3 que el Ayuntamiento está multiplicando todos los medios dedicados a la lucha contra los narcopisos, pero que estos pisos son muchas veces propiedad de fondos de inversión y de entidades financieras. El problema de los narcopisos, dijo, “ha encontrado un gran aliado en la especulación”. La alcaldesa también subrayó que el Ayuntamiento, la Generalitat y el Estado han de pactar una normativa para que estos pisos sean dedicados de manera forzosa al alquiler social, “en vez de quedarse vacíos”.
Al resto de grupos políticos estas palabras se les antojaron una excusa ante el agravamiento de la situación. “La alcaldesa Colau apunta a las responsabilidades de todo el mundo –dijo el demócrata Jaume Ciurana–, a la de la policía catalana, los fondos especuladores, las mafias, los bancos... pero no asume ninguna. Tenemos la sensación de que a la alcaldesa le preocupan cada vez más muchas cosas que pasen en el mundo, y cada vez menos lo que ocurre en las calles de Barcelona”. Los demócratas también señalan que en los que llevamos de mandato Colau visitó más veces Madrid que el barrio del Raval.
El republicano Alfred Bosch exigió al Ayuntamiento que acelere la aplicación de su plan de choque, y denunció que “hoy día los vecinos de Ciutat Vella viven en un estado de miedo inadmisible”. “La inacción del Ayuntamiento está normalizando algo que no es normal”, agregó Carina Mejías, de Ciudadanos. Según el socialista Jaume Collboni, “al gobierno de Colau le acompleja todo lo relacionado con la seguridad”. El popular Alberto Fernández reclamó “mano dura” y una mayor presión policial. La CUP, en cambio, entiende que buena parte de lo que ocurre en el distrito se debe a la ilegalidad de las drogas.
Colau quiere pactar con la Generalitat y el Estado para que los narcopisos se dediquen al alquiler social