La Vanguardia

Los grandes ejes comerciale­s aguantan y las tiendas de proximidad sufren

- DAVID GUERRERO Barcelona

Los principale­s ejes comerciale­s de los municipios del área metropolit­ana de Barcelona resisten bien tras la dura crisis, con gran cantidad de negocios abiertos, pero a la que se aleja el foco de los centros más dinámicos la situación se complica. Un estudio encargado por el Àrea Metropolit­ana de Barcelona (AMB) concluye que el 81% de los locales comerciale­s de la metrópolis están abiertos, aunque la letra pequeña deja claro que la cosa va por barrios.

Mientras que en Ciutat Vella más del 90% de locales están ocupados, en Horta-Guinardó y Nou Barris cae hasta el 73 y el 72% respectiva­mente. La cosa va a peor en barrios como el de Sanfeliu de l’Hospitalet, donde sólo la mitad de locales tienen negocios en marcha. El estudio no recoge lo que pasa en las zonas de los municipios más pequeños y alejados de Barcelona pero las cifras podrían ser incluso peores.

Si se acerca incluso todavía más la mirada, queda claro que la cosa va incluso por calles. Mientras que en Portal del Àngel no consta ningún local vacío, en la calle Mayor de Sant Adrià de Besòs hay más de un centenar esperando inquilino y en la calle Rubió i Ors de Cornellà uno de cada cuatro establecim­ientos tiene la persiana bajada. Esas calles centrales en las ciudades metropolit­anas que antaño habían dispuesto de una variada oferta comercial de proximidad, hoy presentan riesgo de desertific­ación.

Pese a ello, el retrato global que hace el AMB es positivo, con cerca de 89.440 comercios activos frente a 24.445 locales vacíos. El sector servicios, que incluye tiendas de telefonía, bancos, gimnasios, academias de idiomas y todo tipo de servicios comerciale­s supone un 34,9% del total de los negocios abiertos. Le siguen la hostelería y la restauraci­ón con un 18,7% y el comercio alimentari­o con un 13,5%.

El distrito de Ciutat Vella es el lugar con mayor densidad comercial. Se cuentan 5,92 locales comerciale­s abiertos por cada 100 habitantes, una cifra muy por encima de los 1,3 negocios para el mismo número de habitantes que hay de media en el conjunto de Catalunya. El Eixample en su conjunto y los centros urbanos de l’Hospitalet y Badalona también superan considerab­lemente la media, quedando por encima de los cuatro locales abiertos por cada 100 vecinos.

Pero no es sólo cantidad, también calidad. El índice de atracción comercial, que mide el porcentaje de comercios no cotidianos sobre el total, refleja la capacidad de un área comercial para atraer compradore­s que viven en otros lugares. Ahí vuelve a imponerse Ciutat Vella por el factor centralida­d y le sigue el barrio de Gràcia pero se cuelan ejes de otras ciudades como la calle Santiago Rusiñol de Sant Cugat, la del Mar de Badalona y Progrés de l’Hospitalet que tienen niveles de atracción comercial similares a los de Rambla Catalunya de Barcelona.

El informe también pone en valor un hecho diferencia­l del área metropolit­ana de Barcelona respecto a otras grandes ciudades. El comercio no se centra únicamente en el centro de la capital, se extiende con mayor o menor intensidad por todos los barrios. “El modelo de alfombra de Barcelona ciudad se traslada al área metropolit­ana”, destaca Xavier Casas, director de la agencia de desarrollo económico del AMB.

El AMB hasta ahora había centrado su política de ayudas en la industria. A partir de este año incorpora también un millón de euros anuales dirigidos al comercio, según anunció ayer el vicepresid­ente del AMB, Jaume Collboni. Por un lado se destinan 600.000 euros a reformas urbanas para favorecer al comercio de proximidad y los 400.000 restantes buscan fomentar la innovación tecnológic­a y orientar hacia nuevos perfiles profesiona­les dentro del sector. El objetivo es hacer entender que la digitaliza­ción hace competitiv­o al pequeño comercio y que internet puede abrir puertas en lugar de cerrarlas.

Calles centrales de ciudades como Cornellà y Sant Adrià presentan riesgo de desertific­ación

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