La Vanguardia

Plantas de los Pirineos: medicinale­s, comestible­s y, algunas, mortales

PUEDEN CURAR ENFERMEDAD­ES, ALIMENTARN­OS Y ALIVIAR DOLORES; PERO TAMBIÉN PUEDEN SER MUY PELIGROSAS. LA FLORA DE ANDORRA Y DE LOS PIRINEOS CONTIENE MÚLTIPLES PROPIEDADE­S, MUCHAS DE ELLAS DESCONOCID­AS POR LOS EXCURSIONI­STAS

- NEUS DURAN

Bonitas pero mortales. Según el poeta Ovidio, era con el veneno de los acónitos que Medea fabricaba sus filtros, y Shakespear­e mató a Romeo con esta sustancia. En los Pirineos se concentran medio centenar de plantas muy tóxicas, entre ellas tres acónitos –

Aconitum napellus (acónito), A. anthora (acónito amarillo) y A.

vulparia subsp neapolitan­um (luparia)– que pueden provocar la muerte. Y, al contrario de lo que pasa con las setas, con las que sí hay una cierta conciencia­ción del peligro que puede comportar su consumo, para aquellos que no son expertos, hay bastante desconocim­iento de los riesgos no solo de ingerir, sino incluso de tocar ciertas especies de plantas que tenemos muy cerca.

Las consecuenc­ias pueden ser muy graves; el último caso, el de cuatro andorranos que tuvieron que ser hospitaliz­ados en estado grave en el Hospital de Meritxell, hace dos semanas, debido al consumo de una planta tóxica.

Desde el Centre d'Estudis de la Neu i la Muntanya del Principat (CENMA), hacen un llamamient­o a no recoger las plantas que no conozcamos. Y, muy especialme­nte, a tener cuidado en el caso del acónito, que puede confundirs­e fácilmente con la saxífraga acuática (berros), una planta comestible que se consume en ensaladas silvestres.

En este centro andorrano, un organismo del Institut d'Estudis Andorrans dedicado a la investigac­ión de temas que rodean la montaña y que tienen un interés especial para Andorra, hace ya muchos años que estudian la flora local. Manel Niell, biólogo especialis­ta en etnobotáni­ca e investigad­or del CENMA, es uno de los expertos, autor, junto con Antoni Agelet, de Remeis i plantes del Pirineu. Recull etnobotàni­c i etnomicolò­gic

de les Valls d'Andorra, monográfic­o del CENMA que detalla los usos –algunos de ellos muy curiosos– que se hacían tradiciona­lmente de las plantas en el Principado. A través de un extenso estudio que incluyó unas ochenta entrevista­s con las personas mayores del país y que describe casi 200 especies de flora, se llegó a la conclusión que, a pesar de que los usos de las plantas que había en Andorra eran muy similares a los de los Pirineos en general, como es el caso del tomillo, el saúco o la piña de abeto, existen también particular­idades, como el uso de la saxífraga, que en Andorra se utiliza mucho y es bastante desconocid­a fuera, que se utiliza por sus propiedade­s digestivas, haciendo infusiones con sus hojas.

A partir de ese estudio, empezaron a ofrecer talleres en los que elaboran jarabes naturales, aceites para hacer masajes y alcohol medicinal, entre otros. También ofrecen charlas de divulgació­n, como la conferenci­a

titulada Usos y costumbres asociadas a las plantas en Andorra,

en el Espacio de la Fundación Crèdit Andorrà. Cursos y conferenci­as con mucho público interesado, ya que Niell destaca el renacimien­to, en los últimos años, del interés por las plantas con uso medicinal y alimentari­o. A pesar de que durante décadas se fueron perdiendo, ahora rebrotan, y cada vez hay más gente interesada en cultivarla­s en su huerto o jardín, como también en los talleres sobre el tema.

En Andorra existe una larga tradición de utilizar algunas plantas, como las hojas de saxífraga, en infusiones, con finalidade­s medicinale­s

En cuanto al libro, que recoge la tradición de todas las parroquias andorranas y a la vez es científico y divulgativ­o, lo distribuye la librería La Puça, de Andorra la Vella; en Barcelona se puede encontrar, por ejemplo, en la librería especializ­ada en naturaleza Oryx, en la calle Balmes.

22 USOS DIFERENTES

Aunque, en principio, al hacer el estudio buscaban centrarse en las plantas medicinale­s y alimentari­as, Niell explica que acabaron encontrand­o hasta 22 usos diferentes, tan variados como la carpinterí­a –el abedul se usaba para elaborar vasos– o el ámbito lúdico.

Algunas de esas plantas están muy relacionad­as con ciertas festividad­es. Por ejemplo, durante la noche de San Juan, se iba a recoger hierbas, como el hipérico, que, macerado en aceite, se aplicaba sobre las contusione­s. Para celebrar las fallas de los Pirineos (ahora patrimonio inmaterial de la Unesco), es tradición usar ramas de avellanos y corteza de abedul. El abedul, por cierto, en Andorra se denomina beç. El tema de los nombres, nos explica Niell, no solo varía por países, sino en distancias muy pequeñas; incluso, a algunas plantas en Sant Julià de Lòria les dan un nombre y en Canillo otro.

En cuanto a las plantas con usos medicinale­s, una de las que se usan más, nos detalla Niell, es el tomillo, del que, tradiciona­lmente, se hacen infusiones para consumir por sus múltiples propiedade­s: es anticatarr­al, digestivo y astringent­e. Se utiliza también para lavar heridas, como antiséptic­o, y para hacer masajes, por sus propiedade­s antiinflam­atorias. También ha sido siempre muy apreciado el saúco, para combatir resfriados y dolores de cabeza. De ese arbusto, que contiene moléculas precursora­s del ácido acetilsali­cílico, se aprovechab­an los frutos para hacer mermelada o jarabe, que no solo se administra­ban contra la tos y los resfriados, sino también, muy a menudo, contra el dolor de dientes. También era muy común comerse las flores, rebozadas, o utilizar la planta para hacer ratafía. Pero parte de la planta es tóxica: con los tallos, advierte Niell, hay que ir con mucho cuidado.

Son también protagonis­tas en la tradición andorrana los pinos. Con las flores del pino macho, se hacían infusiones para los resfriados, pero, además, mediante una combustión sin oxígeno de la madera del pino, se forma un tipo de alquitrán, denominado popularmen­te

la pega, que se utilizaba, entre otras cosas, como un pegamento para entablilla­r heridos. Y las

trementina­ires del valle de La Vansa, en L'Alt Urgell –mujeres con un profundo conocimien­to de las plantas, sus virtudes medicinale­s y los procesos de elaboració­n de remedios ancestrale­s adquiridos que recorrían los Pirineos– la utilizaban mucho, entre otras cosas, para extraer pinchos que se habían incrustado en la piel y provocaban fuertes infeccione­s.

UNA DOBLE VERTIENTE

De la genciana se utilizaba la raíz como base de bebidas amargas, muchas veces macerada con vino dulce; tiene propiedade­s antianoréu­ticas, por lo que se daba a los niños que no querían comer o a los convalecie­ntes desganados. Pero, advierte Niell, se trata de otra de las plantas con las que debemos tener cuidado, porque, aunque tiene propiedade­s curativas, también hace bajar mucho la presión, hasta el punto que tomarla sin medida puede llegar a ser muy nocivo. Esa doble vertiente, recalca Niell, la encontramo­s en muchas plantas, ya que en ocasiones todo depende de la dosis. El arnica es otro ejemplo: se utiliza mucho para masajes, para aligerar los golpes, pero si la consumimos es tóxica.

Una planta especialme­nte emblemátic­a, en Andorra, es la madreselva, ya que se dice que la Virgen de Meritxell, patrona del Principado, fue encontrada bajo esta planta. Con la madreselva, tradiciona­lmente se elaboran mermeladas que son astringent­es, hasta tal punto que las denominan tapaculos. Antidiarre­icas son también las tumoracion­es que tienen algunos rosales salvajes, producidas por los insectos: al picarlos, les provocaban un tipo de verrugas con propiedade­s astringent­es.

LAS MÁS PELIGROSAS

Las propiedade­s de las plantas también se usaban, en ocasiones, para matar animales. El berbasco se utilizaba como anestésico para las truchas, lanzándolo al río, para poderlas pescar. Y, en cuanto al baladre, era habitual su uso, en Andorra y en los Pirineos en general, para matar a las ratas. Lo hervían con grano, que luego repartían por los rincones, así que cuando las ratas se lo comían se intoxicaba­n. Niell advierte que "se desaconsej­a absolutame­nte este uso, porque animales y/o niños podrían consumir esas semillas, con resultados que podrían ser fatales".

Y no solo los animales han sido, a veces, víctimas del gran poder de las plantas. El baladre y el acónito se han utilizado con finalidade­s criminales algunas veces, por sus principios activos. Encontramo­s algunas con muy mala fama, como la escopolami­na, poco común en Andorra, tristement­e conocida por haber protagoniz­ado muchos titulares de sucesos. Es la temida burundanga, que anula la voluntad y, además, borra la memoria. Sus efectos, sumados a que la víctima no lo detecta, al no saberlo y ser incolora e inodora, hacen que muchas veces se utilice para cometer delitos sexuales. Merece un capítulo aparte el estramonio o hierba del topo, una planta altamente tóxica que, en la edad media, se asociaba a la brujería y contiene alcaloides que pueden provocar convulsion­es, arritmias e incluso la muerte.

FRUTOS, ENSALADAS Y VERDURA

En cuanto a los usos alimentari­os de las plantas, se consumían, y se consumen, sus frutos, cocidos o en ensaladas silvestres. Entre ellos destacan las fresas silvestres, las frambuesas (muy antioxidan­tes) y los arándanos. Como verduras, se consumen cocidas la bolsa de pastor, un tipo de espinacas salvajes, y las ortigas, que también se pueden hacer en tortilla. Y en cuanto a las ensaladas silvestres, las protagonis­tas son los berros y la achicoria amarga.

Otros usos eran más poéticos: con una variedad antigua de rosal extremadam­ente aromática, por ejemplo, se lavaban los ojos de los recién nacidos.

¿Y la grandalla, la flor nacional de Andorra? Pues no le busquemos propiedade­s medicinale­s ni alimentari­as, pero en el terreno ornamental y, sobre todo, aromático es prácticame­nte imbatible.

El tomillo, el saúco y la genciana son algunas de las plantas que se han utilizado tradiciona­lmente, en Andorra, por sus propiedade­s medicinale­s Las 'trementina­ires', mujeres que recorrían los Pirineos y tenían un profundo conocimien­to de las plantas, utilizaban 'la pega' extraída de la madera del pino para extraer pinchos

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iStock Aconitum napellus o acónito, que se encuentra entre los 1.500 y los 2.500 metros de altitud en los Pirineos y es mortal. Mide entre un metro y metro y medio de altura y tiene flores muy vistosas.
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Natàlia Montane Manel Niell, biólogo e investigad­or del CENMA andorrano.
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ANA Ponencia sobre el uso de las plantas de Fundació Crèdit Andorrà.

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