La Vanguardia

La sangrienta historia del 'Aconitum'

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Según la mitología griega, esta planta surgió de la espuma que sacaba por la boca Cerbero, el perro de tres cabezas, cuando Hércules lo sacó del infierno. Desde tiempos inmemorial­es, se conocen sus peligros. Su nombre procede del vocablo latino acon, que significa 'dardo', porque diferentes pueblos la utilizaron para envenenar las puntas de las flechas.

En la Grecia clásica, en la isla de Kios, estaba regulada y se utilizaba en la eutanasia de las personas mayores o enfermas. Los envenenado­res oficiales de la Antigua Roma la utilizaron con mucha frecuencia. Los druidas y brujos la empleaban para echar a los malos espíritus, y también se utilizó como veneno judicial en la edad media, igual que la cicuta.

El Consejo de los Diez fue uno de los máximos órganos de gobierno de la República de Venecia entre 1310 y 1797. Operaba en secreto y sus sentencias eran inapelable­s, incluso la pena de muerte, muchas veces por veneno de aconitina.

El acónito es el veneno que Romeo se traga en su desespero cuando cree que Julieta está muerta. También aparece en la historia de 1891 de Oscar Wilde El crimen de Lord Arthur Savile, así como en el libro de Pío Baroja El árbol de la

ciencia, en el que el protagonis­ta, Andrés, es envenenado con este compuesto.

Grigori Mairanovsk­i, el profesor veneno o el Menguele ruso, de 1938 a 1946 dirigió un centro de investigac­ión toxicológi­ca centrado en desarrolla­r venenos letales y sus antídotos. La aconitina se utilizó para eliminar a disidentes políticos y enemigos del pueblo soviético. Las heridas producidas por proyectile­s al jefe de la SS en Minsk, Kurt von Gottberg, no eran graves, pero murió al cabo de seis horas. Estudiados los proyectile­s en los laboratori­os de la Gestapo, descubrier­on que estaban preparados para liberar contenido tóxico (28 mg de aconitina).

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