Israel llora por el no de Argentina
La selección albiceleste cancela in extremis el amistoso que iba a jugar en Jerusalén
La cancelación del partido amistoso que la selección argentina iba a jugar en Jerusalén cayó como una bomba entre los israelíes que soñaban con ver jugar en su país a Leo Messi. Daniel Benaim, el organizador privado del partido –que iba a tener lugar horas antes de la partida de los argentinos hacia Moscú–, afirmó a La Vanguardia que “entre 500.000 y 600.000 personas, en un país de poco más de 8 millones, intentaron comprar entradas para poder ver al mejor jugador del mundo”.
De repente, no sólo descubrieron que no quedaban entradas disponibles, sino que la selección albiceleste anulaba el viaje. La prensa escrita, las tertulias de la radio y los programas de televisión israelíes especulaban ayer sobre los motivos reales de la decisión de última hora. Todos apuntaban hacia el responsable del deporte palestino y candidato a presidente, Jibril Rajoub, que lanzó una campaña para que jóvenes palestinos quemasen camisetas del crack argentino y de la selección. “Lo que ocurrió es una tarjeta roja hacia todos los israelíes”, declaró ayer Rajoub en una conferencia de prensa en la que festejó la decisión argentina. Detrás del político palestino, había un cartel que rezaba “Desde Palestina, gracias Messi”. Según el dirigente, la decisión palestina de “luchar contra el régimen fascista y racista de Regev y Netanyahu” empezó cuando decidieron trasladar el partido a Jerusalén.
En Israel se cree que lo que provocó la anulación de la albiceleste fueron ante todo las cartas y llamadas telefónicas amenazantes a los jugadores y a sus familias. Además, influyeron las camisetas pintadas de rojo que algunos manifestantes propalestinos exhibieron cerca del hotel de la delegación argentina y de la Ciutat Esportiva Joan Gamper, en Sant Joan Despí, donde se entrena la selección albiceleste. Las protestas en este último escenario reunieron anteayer a una treintena de manifestantes, entre ellos musulmanes y judíos, como pudo comprobar este diario. Los congregados, que se limitaron a hacer ruido, negaron que se tratara de un “problema de religión, sino de derechos humanos”.
Por su parte, el presidente de la Federación Israelí de Fútbol, Ofer Eini, dijo ayer que “el miedo pudo más” y criticó una campaña que a su juicio intenta “deslegitimar el estado de Israel y su deporte”. Este dirigente anunció que presentará una queja ante la FIFA contra Jibril Rajoub, a quien acusó de haber cruzado “todas las líneas rojas” y de emitir “amenazas físicas brutales contra la selección argentina”. Destacados periodistas israelíes creen que “cancelar el partido equivale a aceptar chantajes de la mafia”, y que el miedo de los jugadores y sus familias es comprensible, aunque criticaron la hipocresía de una selección que ha jugado en numerosos países, sin hacer comentarios sobre los conflictos en los que están involucrados.
Otros periodistas deportivos, como Nadav Yaakobi, critican también la politización del amistoso a manos de la polémica ministra de Deportes y Cultura, Miri Regev, muy próxima al primer ministro Beniamin Netanyahu. Todo tuvo su origen en una iniciativa privada de una compañía israelí, que propuso a la empresa que tiene los derechos sobre los amistosos de la selección argentina viajar a Israel antes del Mundial y visitar los lugares santos de Jerusalén, como ya ocurrió antes del Mundial de México de 1986, cuando Argentina ganó el título. Pero Regev, que coordinó las celebraciones de los 70 años de la independencia de Israel, aprovechó esta iniciativa privada e insistió en que el partido no se jugara en el moderno estadio Sami Ofer de Haifa, sino en el Teddy de Jerusalén, lo que desde un primer momento no gustó a la federación argentina. Regev movilizó a Netanyahu para que la apoyara y telefoneara al presidente argentino, Mauricio Macri.
Claudio Tapia, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), afirmó que “no es nada contra la comunidad judía ni Israel. Al contrario, la decisión debería entenderse como un mensaje de paz”. Israel recibió sus palabras con incredulidad. La AFA, que ya había cobrado por el partido, propone un cambio de fechas y de escenario. La cancelación obligará a que la delegación albiceleste, que iba jugar el amistoso de Jerusalén el día 9, prolongue su estancia en Barcelona, donde se prepara para el Mundial.
LAS CONSECUENCIAS
La anulación del viaje obliga a que Messi y compañía prolonguen la estancia en Barcelona
LAS CRÍTICAS
Parte de la prensa israelí critica a su ministra de Deportes por trasladar el partido a Jerusalén