Tecnología mal aprovechada
Un informe sitúa a Barcelona como una de las ciudades con mejor infraestructura tecnológica pero alerta de la falta de incidencia
Un informe sobre smart cities elaborado por el McKinsey Global Institute señala que Barcelona es una de las ciudades tecnológicamente más conectadas, pero que sus ciudadanos no pueden sacarle partido como es debido a la red de miles de sensores inteligentes instalados a lo largo y ancho de la urbe.
La tecnología es efectiva siempre y cuando se le saque provecho. Barcelona tiene las bases puestas para convertir la ciudad en una ciudad inteligente, pero aún le falta que los ciudadanos aprovechen las soluciones ofrecidas y le encuentren un uso práctico en su día a día. El McKinsey Global Institute ha elaborado un informe global en el que analiza la situación de 50 smart cities (ciudades inteligentes) de todo el mundo y le pone una nota excelente a la base tecnológica de la que dispone la capital catalana pero, en cambio, le advierte que necesita mejorar en la adopción ciudadana
En el ámbito tecnológico es la séptima ciudad mejor posicionada del mundo (20,8 puntos sobre 35), solo por detrás de Singapur, Nueva York, Seúl, Estocolmo, Amsterdam y Copenhague. El informe apunta que hay un desarrollo claro desde hace años que permite a Barcelona ser una de las ciudades punteras en este sentido y la califica como “una de las ciudades inteligentes líderes en Europa”. En McKinsey calculan que el sector de las smart cities ya supone 2.000 puestos de trabajo directos en la ciudad y que tendrá un impacto económico de 800 millones de euros hasta el 2025, además de actuar como un importante atractivo para inversores, desarrolladores y otros profesionales de todo el mundo.
La base está ahí y da sus resultados, pero el estudio apunta una falta de traslación a la ciudadanía, que es consciente de que existen aplicaciones posibles a su alrededor pero no las usa. “Barcelona tiene desplegados una gran cantidad de sensores pero no hay adopción ciudadana de la información que ofrecen, en cambio hay ciudades con una base tecnológica poco profunda pero muy utilizada por los vecinos, como Santiago de Chile”, explica Antonio de Gregorio, socio de McKinsey & Company. Este problema no es exclusivo de la capital catalana, lo comparte con otras ciudades europeas como Copenhague, según el estudio más importante del año sobre smart cities.
Por sectores, el informe indica que la implementación es buena en movilidad pero más lenta en áreas como la seguridad. Para entender todo el recorrido posible solo hay que ver como Barcelona tiene niveles de adopción global similares a Ciudad del Cabo y São Paulo, lugares donde la penetración de los teléfonos inteligentes es inferior al 70% y aún así registran usos prácticos similares a los de Londres y Barcelona, con 14,9 puntos sobre 30. Pekín, Shanghai y Shenzen, con más de 23 puntos, son las líderes en este aspecto a nivel global.
Para De Gregorio, “el margen de mejora para Barcelona pasa por cambiar la mentalidad de poner sensores a dar un valor añadido a los ciudadanos”. En cierta manera es lo que se viene viendo en las últimas ediciones del Smart City Expo World Congress que cada otoño ocupa un mayor espacio en el recinto Gran Via de Fira de Barcelona. Si hace un lustro los protagonistas eran los sensores que debían inundar la ciudad, ahora que ya están implantados en las calles se presentan las numerosas aplicaciones útiles basadas en la gran cantidad de información de la que disponen las administraciones públicas.
Con impactos directos en su día a día es como el ciudadano entiende la potencialidad y el cambio que supone la smart city. En el caso de Barcelona se destaca la plataforma de participación decidim.Barcelona, estrenada para recoger aportaciones en el marco del Programa de Actuación Municipal y que actualmente está siendo utilizada para debatir sobre el futuro de la cárcel Modelo y repensar el modelo urbanístico
La gran cantidad de sensores debe pasar a dar un valor añadido a los ciudadanos, según el estudio de McKinsey
del 22@, entre otras cuestiones. Otros puntos fuertes de la ciudad recogidos en el informe son el portal de datos abiertos del Ayuntamiento, los sensores de calidad del aire y el servicio de wi-fi público.
El estudio de McKinsey también destaca la revisión del plan tecnológico que ha supuesto la creación de una red de sensores de fuente abierta, algo fundamental para que puedan sacar provecho tanto la administración pública como las empresas del sector. “El 70% de las aplicaciones serán gestionadas por la administración pero el 60% de la inversión debe de ser privado”, considera Antonio de Gregorio, que destaca la existencia de la figura de Francesca Bria en el organigrama del Ayuntamiento. La creación de una comisionada de Tecnología e Innovación Digital “es toda una declaración de intenciones del Ayuntamiento”, concluye De Gregorio.