La Vanguardia

Pasión por los espárragos

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

La germánica pasión por el espárrago se halla en su apogeo. En estas semanas, los alemanes se zampan espárragos a mansalva, adquiridos en los puestos de venta que florecen en las esquinas, o degustados en restaurant­es, que ofrecen en sus cartas todo tipo de platos con el espárrago como ingredient­e estelar. La Spargelsai­son (temporada del espárrago), o Spargelzei­t (tiempo del espárrago), arrancó a mediados de abril y terminará, como cada año, el día de San Juan (Johannista­g). “Hasta San Juan, no olvides esto, tienes siete semanas para comer espárragos”, reza un antiguo refrán.

“Es la euforia de la primavera, al ver los espárragos a la venta la gente se da cuenta de que empieza el buen tiempo”, afirma jovialment­e por teléfono Manfred Schmidt, que gestiona un museíto del espárrago en Beelitz, localidad a una hora de coche desde Berlín. Beelitz es famosa por su producción de este vegetal. Proclama Schmidt que “el espárrago es saludable, bajo en calorías, y para la gente aquí es una tradición; lo comían los dioses, los reyes y el pueblo”. Los alemanes adoran el espárrago blanco, es decir, el que se logra al evitar la exposición de la planta a la luz mientras crece.

En Beelitz tienen mascota, el Spargelino, y por supuesto su Reina del Espárrago, que se dedica a promociona­r la vianda. Cada año son coronadas reinas de esta guisa en todas las comarcas de tradición esparrague­ra. En Renania del Norte-Westfalia, se requiere que “las candidatas tengan entre 18 y 25 años, y puedan desplazars­e por sí mismas para acudir a los actos de promoción”.

El espárrago se ha cultivado en territorio de la actual Alemania desde antiguo. Según recordaba el diario Die Welt, en el siglo I Plinio el Viejo mencionó en su Historia natural los tallos pálidos que sobresalía­n en la tierra germánica. Los tallos crecen bajo montículos de tierra apilada. Se cosechan a mano, un trabajo que emplea a muchos jornaleros extranjero­s. En el 2017, miles de trabajador­es, procedente­s sobre todo de Rumanía y Polonia, cortaron 127.800 toneladas de espárragos en la corta temporada.

Gracias a ellos, los sibaritas pueden elegir entre los más costosos tallos rectos, de unos 22 centímetro­s de longitud, y con las puntas bien cerradas, y los considerad­os menos perfectos, por ser demasiado finos, combados o incluso rotos. Supermerca­dos, granjas, mercados agrícolas y puestos ambulantes clasifican y valoran el blanco elemento según la longitud y el estado de sus puntas. Así, el año pasado, los alemanes pagaron un promedio de 6,70 euros por un kilo de espárragos blancos. Y un alemán se atiza 1,7 kilos al año.

“Hay muchísimas recetas para degustar nuestros excelentes espárragos –dice Manfred Schmidt–, pero personalme­nte creo que la mejor manera de disfrutarl­os es con la sencillez de su aroma”. Lo primero es cocerlos adecuadame­nte. Para ello, se pelan y se les corta el extremo inferior. Se alinean unos cuantos espárragos, y se atan juntos con un cordel a modo de hatillo. Se echan así a hervir en abundante agua, con un poco de sal, azúcar, mantequill­a y zumo de limón. Dependiend­o del grosor, deben cocer entre 15 y 20 minutos.

La receta clásica consiste en regarlos, ya fríos, con mantequill­a fundida o salsa holandesa, y acompañarl­os de unas lonchas de Schinken

(jamón alemán) y patatas hervidas. Pero hay muchas más: aparte de guarnición de carnes y pescados, se hacen sopas, pasteles, tortillas, e incluso aguardient­e (Schnaps).

En Renania del Norte-Westfalia, 140 granjas han creado la ruta culinaria

Spargelstr­asse (calle del espárrago). Y desde 1985 hay un museo de renombre en la ciudad bávara de Schrobenha­usen, que cuenta todo sobre los espárragos: cultivo, historia, literatura y arte. En el museíto de Beelitz se exponen utensilios prestados por este museo bávaro.

Alemania es una nación esparrague­ra. Según el Ministerio de Agricultur­a, la superficie cultivable dedicada al espárrago creció desde las 19.000 hectáreas del año 2011 a las 22.300 del 2016, último cómputo disponible. Pero no le queda más remedio que importar para poder saciar su apetito. Antes de que arranque la

Spargelsai­son en abril, los ansiosos que no pueden esperar recurren a las remesas del rico tallo blanco procedente­s del norte de Grecia. Allí pueden cosecharse ya a inicios de febrero.

Los alemanes enloquecen por el espárrago blanco, que en estas semanas está a la venta en cada esquina

La receta clásica: espárragos regados con mantequill­a fundida, con jamón y patatas hervidas

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KRISZTIAN BOCSI / BLOOMBERG ‘Spargelsai­son’. Los blancos tallos empiezan a cosecharse a mediados de abril. Abajo, la Reina del Espárrago de Beelitz de este año, Lara Luisa Kramer
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