Tan sólo terrícolas
Días atrás, una noticia del diario nos explicaba que con uno de esos artilugios fantásticos para contemplar el universo –no recuerdo si era desde la Tierra o desde el espacio– se había captado, en los confines de nuestro universo, una colisión de galaxias, una gran castaña de la dimensión de 20 billones (con b) de soles, unos fuegos artificiales monumentales. Y eso me ha hecho pensar que en comparación –si es que se puede comparar– los humanos somos un minúsculo granito de arena de esta inmensidad. Y ello vale tanto para todos aquellos individuos que se creen importantes, magnates de las finanzas, poderosos del mundo mundial, ejemplares únicos e irrepetibles, como para el resto de los mortales. Después de leer esta noticia impresionante de los movimientos de nuestro universo –porque parece que puede haber otros– un Putin recién reelegido bajando las escaleras de alfombra roja y un cuerpo de guardia saludándolo a su paso, me ha dado la impresión de una opereta de segunda, con todos mis respetos hacia el pueblo ruso, no faltaría más.
Todos somos tan sólo terrícolas, seres minúsculos de un pequeño planeta de nombre Tierra que gira alrededor de un sol mediano. Y teniendo en cuenta que nuestra permanencia en este mundo viene a ser como un suspiro evanescente en tiempos cosmológicos, no sé de qué nos vanagloriamos de nuestra propia importancia. La única importancia que sí tenemos y parece que valoramos poco es que estamos ahí, con nuestra insignificancia, pero estamos ahí aunque sea por un tiempo reducido, porque podríamos no haber existido nunca y en cambio estamos ahí y además podemos saber algunas cosas, como esta de la gran castaña cosmológica de las galaxias muy lejanas. Una cosa como esta nos tendría que contagiar una lección de modestia y agradecimiento por existir, pese a ser ínfimos, y también hacernos entender que el universo seguirá yendo a lo suyo con o sin nosotros, y precisamente por esa precariedad de nuestra existencia temporal, sería bueno dejar de una vez por todas las peleas y usar nuestro tiempo para cuidar esta pequeña casa de todos que llamamos Tierra, porque por ahora no hay recambio en el universo entero donde poder vivir. De hecho, no hay más poder real que la vida misma.