Odio los libros
Dicen que las mudanzas son una de las primeras causas de estrés, tras la muerte de un ser querido, quedarse sin trabajo o una ruptura sentimental. Descubriremos si es cierto a lo largo de esta crónica, escrita rodeada de cajas mientras espero a los que van a transportarlas. El lunes iba a ser un día normal, aunque ese adjetivo no signifique lo mismo que hace un par de meses. O años. O a lo mejor nos hemos acostumbrado a anormalidades como El secuestro de la justicia. Virtudes y problemas
del sistema judicial, que el periodista Ignacio Escolar y el magistrado Joaquim Bosch presentaron en la Casa del Libro. La gente se apelotonaba para ver lo que parecía un extracto de Al Rojo Vivo. Estaba tan lleno que Xavier Sardà se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, como un indio.
Tras una introducción de la editora Blanca Rosa Roca, Neus Tomàs condujo el acto. Escolar decía que el poder político en España intenta apropiarse de los demás, como el judicial o el periodístico. Bosch decía que estamos a la cola de Europa en número de jueces por habitante, y que tenemos más corrupción que Taiwan, Costa Rica y Botsuana (y aquí puntualizó: Botsuana es la prueba de que ni el clima, ni la situación geográfica determinan esa corrupción). Están de acuerdo en que la causa contra los políticos catalanes es cuestionable, puesto que se les atribuye un delito demasiado grave (la rebelión, que nadie más ve) porque los demás no implicaban prisión preventiva. “Europa tumbó la doctrina Parot”, recordó Escolar, “pero mientras tanto los condenados se comieron doce años de cárcel”. La intención esta vez era la misma, según él, con la particularidad de que, a raíz de la peregrinación de Puigdemont, los tribunales europeos están juzgando paralelamente los mismos hechos que los españoles, con conclusiones muy distintas. “Si al declararse la república, los Mossos hubieran tomado puertos y aeropuertos, sí que habría sido un levantamiento”, apuntaba Bosch, “pero todo el mundo se fue a casa”.
En el turno de preguntas, uno quiso saber hasta qué punto los medios son en parte cómplices, cuando encuestan a los ciudadanos sobre qué les parece la retirada de un monumento franquista; ¿por qué se cuestiona lo que no es más que el cumplimiento de la ley? Que haya tanta resistencia a quitar esos símbolos demuestra que el franquismo no forma parte del pasado, reconolengua, ció Bosch, “y la premisa básica de cualquier democracia es rechazar cualquier dictadura; querer pescar votos de ahí es un pacto con el diablo”. No tiene sentido decir que no hay dinero para los muertos en las cunetas cuando el mantenimiento del Valle de los Caídos cuesta casi dos millones de euros al año. Lo de retirar objetos me hizo pensar en la repentina mudez de las casas de mudanzas cuando específicas que tienes muchos libros. Pides presupuesto, te preguntan qué deberán transportar, apuntas: algunos muebles, libros... y nunca más contestan.
Martes. Llamo a una de las empresas, proponen una rebaja si hacen el traslado el jueves. Socorro. Me paso el día armando cajas y admirando a los libreros. Isabel Sucunza y Abel Cutillas, de La Calders, aseguran que hacen el equivalente a tres o cuatro mudanzas por semana. He llegado baldada, el cuerpo molido. Aina Torres presenta Manual de Pedrolo, con el que Amsterdam estrena nueva colección: Els canals d’Amsterdam, que navega entre la literatura para adultos y la juvenil, según el editor Joan Carles Girbés. La patrona de la Fundació Pedrolo, Anna Moreno, define este libro como una invitación a conocer la obra del autor. Torres ha hecho una selección que abarca todos los géneros que tocó y su pensamiento desde seis ejes: la cultura, la el independentismo, la liberación de la mujer, el ateísmo y el racismo. “Para él la literatura era un servicio al país”, explica, y el resultado es de estremecedora actualidad, como demuestran los textos que lee Anna Maria Villalonga, comisaria del Any Pedrolo.
Meritxell Gené musica algunos poemas suyos. Y su hija, Adelais de Pedrolo, dice que, aunque parecía seco –dado que era tímido–, tenía un gran sentido del humor. Cuenta una anécdota con el abogado Maurici Serrahima, que le defendió por escándalo público y delito moral. En algún momento le dijo que la fe te viene dada, a lo que Pedrolo contestó: “Entonces tu dios es discrimatorio, ¿por qué no me la ha dado a mí?”.
El jueves por la mañana me siento culpable frente al ordenador escribiendo esto, mientras unos hombres que me llaman “señora” van transportando mi sabiduría y mi ropa. En la era del exhibicionismo digital, provoca cierto pudor que se asomen a las interioridades de tu vida doméstica. Al desmontar la cama, aparece un calcetín desparejado. Y por la tarde, en La Central, Julià Guillamon presenta el catálogo de la exposición Els mitjons Moltfort’s i la publicitat
racional, con el diseñador Jordi Duró y la directora del Museu de Mataró, Anna Capella. Anuncios cada quince días, dibujos para atraer a los niños y hacer que sus padres compraran, carteles luminosos en lugares estratégicos y un tal Camallarga que en Madrid era Zancudo porque había patentado el personaje, explican cómo la aplicación estricta de esa publicidad racional provocó el éxito de la marca. Me duele todo. No he tenido tiempo ni de estresarme. Pero estoy agotada y ahora mismo odio los libros. Da igual. Otros odian el deporte, y acaban siendo ministros de cultura y de eso.
Escolar decía que el poder político en España intenta apropiarse de los demás, como el judicial o el periodístico