Mucho más que jugar al fútbol
El fútbol es la religión que más seguidores tiene en el mundo. Sus templos son los estadios, adonde miles y miles de personas acuden cada domingo y partidos de guardar. Con la Copa del Mundo de Rusia 2018 acercándose, el Museo de Arquitectura Schúsev de Moscú, a dos pasos del Kremlin y la plaza Roja, ha reunido diseños originales y maquetas de estos enormes edificios, desde las vanguardias de hace un siglo hasta las electrizantes doce sedes del Mundial. La arquitectura de los estadios apareció aquí poco después de la revolución, así que acompañó a la historia de la Unión Soviética desde sus comienzos, y es imposible separarla de los procesos sociopolíticos y culturales de todo el turbulento siglo XX. La exposición demuestra, además, que los 90 minutos y pico de liturgia no es lo más importante de esta fiesta. De hecho, al principio el fútbol ni siquiera existía, porque la arquitectura de los estadios tiene antecedentes en las grandes infraestructuras del Mundo Antiguo dedicados a grandes espectáculos, como el Coliseo de Roma o el Panathinaikó, el antiguo estadio griego reconstruido a finales del siglo XIX para los primeros Juegos Olímpicos, los de Atenas de 1896. Política y propaganda, el pan y circo de los romanos entendido como cohesión social, pero también “sorprendentes soluciones de los arquitectos soviéticos y rusos”, asegura la directora del museo, Elizabeta Lijachova; arte y vida, emoción, victorias y goles.