TEMPLOS PARA LA UTOPÍA
Llevar a los estadios la nueva ideología comenzó muy pronto. En 1921, cuando la guerra civil no había terminado y ni siquiera se había fundado la Unión Soviética (1922), el líder revolucionario Nikolái Podvoiski lanza la idea de crear un “complejo deportivo con significado nacional ruso”. La idea se concreta luego en crear un estadio central y convertirlo en un símbolo de poder del estado soviético. Años después se pone en marcha un proyecto para construir el Estadio Rojo Internacional, que los arquitectos proyectan sobre la maravillosa ladera de la Colina de los Gorriones de Moscú. La exposición La arquitectura de los estadios, que se puede visitar hasta el 26 de agosto, muestra los diseños originales de los estudiantes de la Escuela de Arte y Técnica, que asumió como propio el proyecto. La utopía siguió en la década de 1930, con el estadio Central Stalin, concebido para unificar el complejo deportivo con una gran explanada que sirviera para concentraciones de masas patrióticas. “No se terminó de construir, pero se reconstruyó para los Juegos de 1980. Y ahora muy pocos saben que el estadio Stalin existe parcialmente y se puede visitar en Izmáilovo”, explica el comisario de la exposición, Mark Akopián. Y es que en esos años se desarrollaba una nueva tradición: los desfiles en la plaza Roja. Esta se convirtió en el símbolo más visible de la política estatal y, por tanto, en el verdadero estadio central de la URSS.