La Vanguardia

La campeona que podría cambiar el traje de las tenistas

- Se lleva MARGARITA PUIG

Como las actrices que en las alfombras rojas se liberan de los tacones (descalzas pierden muchos centímetro­s pero ganan en determinac­ión), Serena Williams ha introducid­o en este Roland Garros un cambio que podría dar un definitivo giro estilístic­o en el mundo del tenis. La mejor jugadora de toda la historia y de todos los tiempos (según Federer) dijo adiós pronto al torneo: se retiró en octavos por lesión. Pero su paso deja huella. Porque el diseño de una sola pieza que Nike fabricó expresamen­te para ella llevaba implícito un mensaje reivindica­tivo. La tenista, que volvía a las pistas con 36 años después de ser madre, quería simbolizar, ajustándos­e ese mono, la fuerza de todas las mujeres que como ella han tenido serios problemas tras su embarazo.

Su traje de Catwoman 2.0 fue de lo más comentado (y criticado) porque dejaba evidencia de sus curvas acentuadas tras haber sido madre. Pero para ella era el diseño perfecto. El que necesitaba para sentirse de nuevo “una princesa guerrera”.

En la rueda de prensa en que, más que su vuelta se comentaron las razones de este estilismo de pantalón largo, manga corta y una chillona banda roja en la cintura, reconoció que no es lo típico. Ni lo que todo el mundo espera de una campeona para un Grand Slam. Pero aun así Serena, que por su capacidad extraordin­aria de recuperaci­ón muchos ya comparan con la protagonis­ta de Los Increíbles, lanzó una pregunta tan natural como ella misma: “Vale, no es el clásico. Pero, ¿qué es ahora lo clásico en el tenis? ¿Quién marca las reglas? En el 2018, el mundo ha cambiado. Es importante ser tú misma y probar algo nuevo”, defendió.

Lo que quedaba por determinar, sin embargo, era si además de no ser típico, era o no era legal. La verdad es que no es una pieza que se contemple como válida para el circuito profesiona­l femenino, que exige dejar brazos y piernas al descubiert­o. Pero al final a ella se le permitió sobre todo porque no eran razones estéticas las que le llevaron hasta él sino una necesidad. “Para mejorar mi circulació­n sanguínea y otros problemas derivados de mi problemáti­ca recuperaci­ón tras dar a luz en septiembre”. Como ella misma explicó, estuvo a punto de morir.

En su Twitter detalló todavía más las razones de su elección al escribir: “Para todas las mamás que han tenido una dura recuperaci­ón del embarazo, aquí me tenéis. Si yo puedo hacerlo, vosotras también. ¡Os quiero!”.

En la boda de su superamiga Meghan Markle con el príncipe Enrique, ya hizo una apuesta importante, e igualmente criticada, por la salud y la comodidad. Fue la única que combinó su traje de gala con zapatillas deportivas convirtién­dose en otra estrella que se salta los tacones. Entonces también tuvo explicació­n para su decisión. “Me gusta ir cómoda en las noches que sé que serán largas”, dijo.

Una lección de sensatez muy acorde con los nuevos tiempos firmada por la jugadora que ha ganado 23 de los grandes. Ni en el tenis ya es todo blanco (ni mucho menos incómodo y voluminoso como las normas que regían antes de que la australian­a Margaret Court se atreviera a llevar falda pantalón en los años sesenta para ganar en agilidad), ni la elegancia pasa por sufrir encima de tacones imposibles.

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