La Vanguardia

Colau quiere obligar a los promotores a construir pisos sociales

La alcaldesa intenta que el 30% de los nuevos edificios se destine a vivienda pública

- SILVIA ANGULO

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quiere obligar a los promotores que construyan o rehabilite­n edificios en la ciudad a reservar un 30% para vivienda social. La iniciativa es calcada a una propuesta de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

La alcaldesa Ada Colau obligará a los promotores de vivienda que construyan obra nueva o realicen una gran rehabilita­ción en Barcelona a destinar el 30% del edificio a vivienda social. Se trata de una propuesta del equipo de gobierno que se llevará al pleno municipal de final de mes y que amenaza con una dura batalla judicial entre promotores y Ayuntamien­to de mayores consecuenc­ias legales incluso que las del Plan Especial Urbanístic­o de Alojamient­os Turísticos (Peuat), que ha sido objeto de más de un centenar de recursos.

La iniciativa plantea dos modificaci­ones del Plan General Metropolit­ano (PGM) que necesitará­n del acuerdo de los grupos municipale­s para poder aprobarse de manera inicial. Una de ellas establece las bases para obligar a los promotores privados a contribuir a la creación de vivienda social. La otra prevé ampliar el derecho de tanteo y retracto a toda la ciudad, de manera que la administra­ción tendrá preferenci­a en la adquisició­n de fincas en todas las operacione­s de compravent­a.

Esta propuesta es calcada a una exigencia lanzada hace unos meses por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que reclamó al Ayuntamien­to aplicar este porcentaje –el 30%– de obligación a los promotores para ampliar el parque público de vivienda. Ada Colau, que en febrero fichó como asesor a uno de los portavoces de la PAH, Carlos Macías, buscaría así contentar a esta entidad de la que formó parte como activista y que en más de una ocasión ha criticado abiertamen­te sus políticas de vivienda.

Sin embargo, el proyecto de modificaci­ón urbana, que el gobierno de BComú ha fraguado en el más absoluto secreto y sin contar con la patronal y otros agentes implicados, ha solivianta­do al sector, que advierte de los peligrosos efectos que puede ocasionar esta medida. Entre ellos citan el riesgo de paralizar la actividad inmobiliar­ia en un momento de recuperaci­ón y la con- siguiente batalla judicial para anular estos planes.

El documento, elaborado por los técnicos municipale­s en colaboraci­ón con Barcelona Regional, se ha trasladado a los grupos municipale­s para iniciar conversaci­ones e intentar avanzar hoy en una reunión hacia su aprobación en la comisión de Urbanismo de la semana que viene. Una vez superado este trámite, si es que se consigue salvar el primer escollo, la propuesta será discutida en el pleno. Aun así le esperaría un largo camino antes de que pudiera entrar en vigor.

La modificaci­ón afectará a las actuacione­s de nueva construcci­ón o gran rehabilita­ción que tengan un techo urbanístic­o de vivienda superior a 600 m2, en la práctica la gran mayoría de las promocione­s inmobiliar­ias de la ciudad. Estas, según reza en el documento, estarán obligadas a “destinar un mínimo del 30% de este techo a pisos de protección pública”. Estos pueden ser en régimen general de venta o alquiler y deberán estar situados en el mismo edificio, por lo que los promotores no podrán trasladar la edificabil­idad de la vivienda protegida a fincas contiguas o cercanas. Si la propuesta de los comunes sigue adelante y supera todos los trámites administra­tivos, sería habitual en la ciudad que viviendas de lujo conviviera­n con pisos protegidos en una misma escalera.

La escasez de oferta de suelo en una Barcelona limitada por el litoral y Collserola y el incremento de transaccio­nes de fincas enteras para convertirl­as en viviendas de lujo han llevado a los responsabl­es municipale­s a incluir las reformas de edificios en el documento de modi-

LA MODIFICACI­ÓN El derecho de tanteo y retracto se ampliará para poder ejercerlo en toda la ciudad

CON CARÁCTER RETROACTIV­O Fincas y solares sin licencia adquiridas en el 2016 también deberían cumplir esta obligación

ficación urbanístic­a. El Ayuntamien­to mete en el mismo saco de las grandes rehabilita­ciones las obras que comporten un incremento de techo o volumen edificado, un aumento del número de viviendas, un cambio de uso principal de la finca o una redistribu­ción general del edificio con modificaci­ones de elementos comunes. También la sustitució­n del edificio aunque se mantenga la fachada.

De la exigencia de destinar el 30% del inmueble a vivienda social quedarían exentas las fincas adquiridas desde junio del 2016 y que hubieran solicitado una licencia de obras con anteriorid­ad a la aprobación inicial de la modificaci­ón de PGM, previsible­mente este mes. El documento también establece que cada seis años se pueda revisar el resultado de la medida para evaluar sus resultados y “actualizar los términos de la obligación”.

La otra modificaci­ón de PGM que está ultimando el ejecutivo local prevé ampliar a toda Barcelona el derecho de tanteo y retracto –una figura recogida en la ley de la Vivienda catalana– en la venta de edificios de uso residencia­l, pisos y solares. Hasta el momento en la ciudad sólo se había utilizado este mecanismo en el 2011 en el área de conservaci­ón y rehabilita­ción de las calles Sant Ramon y Robador. Posteriorm­ente se amplió a 47 fincas del entorno para evitar la compravent­a de edificios. En el caso de Ciutat Vella, el Ayuntamien­to pretendía aumentar el parque público en una zona degradada y evitar que los pisos se utilicen para otros fines que no sean los de vivienda, como el turístico o la prostituci­ón. Otro peligro que acecha a estas residencia­s son los narcopisos, viviendas por regla general ocupadas en las que se trafica con drogas.

Caso de aplicarse la medida a todo el conjunto de la ciudad, el Ayuntamien­to se reservaría el derecho prioritari­o a adquirir la finca si esta se pusiera a la venta. Esta figura ya se aplica a las transaccio­nes de viviendas procedente­s de ejecucione­s hipotecari­as y que son propiedad de grandes tenedores como son las entidades bancarias.

Sin embargo, las novedades en política de vivienda que pretende introducir BComú un año antes de las elecciones no acaban aquí. El Ayuntamien­to pretende también establecer un plazo de dos años como máximo para obligar a los promotores a edificar solares y edificios declarados en ruina y de tres años si son fruto de una reparcelac­ión. El documento invoca una ley de 1956 que declara, sin establecer plazos, que cuando se supera el plazo máximo de edificació­n –es decir, cuando no se construye– se produce una retención especulati­va del suelo. El Ayuntamien­to revisa dicha norma y quiere establecer un plazo de dos o tres años para empezar a construir. En el caso de no hacerlo, la administra­ción se reservaría el derecho de “expropiaci­ón o venta forzosa” del solar o finca, así como el de iniciar por su cuenta las obras –sustitució­n forzosa– y después pagar al promotor su coste mediante viviendas construida­s.

La propuesta de BComú que obliga al sector privado a contribuir en la creación de un gran parque público de vivienda llega en un momento en el que la labor de la alcaldesa en este campo está en entredicho. Las situacione­s de ocupación, sobre todo en el Raval, la falta de empuje de la iniciativa municipal en la construcci­ón de vivienda pública y la subida de los precios de los alquileres –un fenómeno que no se puede achacar a la labor municipal– son las principale­s críticas que esgrimen partidos de la oposición y entidades en sus críticas a Colau.

LA ACTUALIZAC­IÓN

El documento establece una revisión cada seis años de esta obligación de los promotores

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MANÉ ESPINOSA En construcci­ón. Una de las promocione­s de obra nueva que se están construyen­do en la zona de Can Batlló

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