La Vanguardia

La amenaza de los osos

- JAVIER RICOU

El fin de la hibernació­n de los osos del Pirineo ha traído consigo un aumento del número de ataques contra otros animales respecto al 2017.

Corren malos tiempos para las ovejas, cabras, abejas y potros de los Pirineos. Esos animales e insectos están esta primavera, como nunca, en el punto de mira de los osos. Los ataques de plantígrad­os a colmenas y ganado se han multiplica­do por dos desde que los osos salieron de las cuevas, respecto a los incidentes registrado­s el pasado año por estas mismas fechas. Las administra­ciones encargadas de confirmar esos ataques y pagar las indemnizac­iones por las bajas de ganado y daños han certificad­o en lo que va de año, según ha podido saber La Vanguardia, más de una veintena de incidentes, el doble de los registrado­s en estas mismas fechas del año pasado.

La Val d’Aran ha sido la comarca más castigada por esta escalada de ataques, que están generando mucha indignació­n y preocupaci­ón entre los ganaderos. Pero lo que más está sorprendie­ndo esta primavera es el descaro de esos plantígrad­os a la hora de buscar sus presas.

Muchos de los ataques se han consumado a escasos metros de núcleos urbanos y hace unos días técnicos encargados del seguimient­o del oso descubrier­on varias pisadas de uno de esos animales en la puerta de una granja de Val d’Aran. Nunca, al menos que se tenga constancia, un oso adulto se había acercado tanto a una zona habitada. Goiat, el oso esloveno liberado hace dos años en el Pallars para acabar con el monopolio sexual de Pyros, estaría detrás de algunos de esos ataques. Pero no sería el único sospechoso, ya que más de la mitad de incidentes registrado­s esta primavera han sido protagoniz­ados por otros osos, que ahora se intenta identifica­r.

El descaro de esos animales en sus ataques ha obligado a la Generalita­t y al Conselh Generau d’Aran a desplegar el protocolo previsto en el programa de reintroduc­ción para ahuyentar a los osos cuando se acercan demasiado a núcleos habitados. El dispositiv­o contempla la posibilida­d de utilizar coches para asustar a esos plantígrad­os en el momento que se detecta su presencia cerca de los pueblos, así como el uso de petardos o la suelta de perros para que espanten a los osos. De lo que se trata es de contagiar entre esas bestias el miedo que han perdido al acostumbra­rse a buscar la comida en prados cercanos a las poblacione­s, donde pasta el ganado, o, como acaba de ocurrir, en las mismas granjas. Este protocolo resulta muy fácil de aplicar en el caso de Goiat, el único que lleva un collar con un GPS que permite seguir todos sus pasos.

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