La Vanguardia

A Grande-Marlaska

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Que el ministro del Interior en su primer lunes te llame a las 9.30 h como reacción a un mensaje difundido el domingo en redes en el que le pedía que no nos fallara a los huérfanos de ETA te reconcilia con que hay otras formas de ser y estar en política.

Detrás de las formas tendrá que venir el fondo y solucionar la precaria situación de los huérfanos, con secuelas acreditada­s, a los que siendo niños asesinaron a nuestros padres y a los que 40 años después se nos sigue negando el reconocimi­ento de pleno derecho.

En mi casa nos creímos a quienes antes que usted iban a homenajes, de tuit en tuit, de foto en foto, repitiendo: “Dignidad, justicia y reparación”. Siempre creímos que en algún momento nos llegaría.

En los últimos cinco años hemos querido ser nosotros, mi madre, que enviudó con 25 años y ahora tiene 61, y yo, huérfano desde los 3, ahora con 39, los que repitieran: “Dignidad, justicia y reparación” hasta convencer a quienes antes que usted ocuparon ese cargo de que hay una deuda de paz con las víctimas de segunda generación. Porque he vivido y sufrido la inexplicab­le experienci­a de que un político te desprecie en lugar de servirte, aún doy más valor a su llamada.

Hay mucho trabajo que hacer, sobre todo para que la Oficina de Víctimas vuelva a ser un instrument­o útil, y sé de lo que hablo como psicólogo que soy. De su boca sé que está por que los huérfanos de ETA tengamos el reconocimi­ento de pleno derecho y las coberturas que nos hagan cada paso de la vida menos difícil.

De momento, ministro, agradezco la llamada, que tomo como síntoma de que está más cerca el momento en que dignidad, justicia y reparación vuelvan a ser palabras llenas de sentido y sensibilid­ad.

JOSÉ M. CEDILLO GARCÍA Sevilla

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