Nuevos mandatarios
La primera entrevista de Pedro Sánchez desde que llegó a la Moncloa; y los retos que tendrá Iván Duque como presidente de Colombia.
MARIANO Rajoy cayó hace casi tres semanas, de resultas de la moción de censura socialista, y Pedro Sánchez, que le sucedió como presidente del Gobierno, presentó su Gabinete hace menos de dos. Desde entonces, Sánchez ha guardado silencio. Hasta que, anoche a las diez, concedió su primera entrevista. Fue en TVE, se prolongó media hora y en ella el presidente respondió a preguntas de dos periodistas de la cadena pública.
En la semana y media que lleva al frente del Gobierno, Sánchez ha mantenido un perfil discreto. En términos estratégicos, esta ha sido una decisión comprensible. Sus primeras actuaciones han sido elocuentes, quizás no menos de lo que pudieran ser sus palabras. La calidad profesional de su Gobierno generó parabienes generalizados, incluso entre sus rivales políticos. La decisión de acoger a los refugiados del Aquarius, después de que el Gobierno italiano los rechazara, supuso una audaz decisión humanitaria. Y la dimisión y sustitución del ministro de Cultura, Màxim Huerta, cuando se comprobó que había faltado a sus obligaciones con Hacienda vino a demostrar que, pese a lo practicado por el gobierno anterior, algunos problemas pueden resolverse con rapidez y provecho.
Hasta aquí, todo bien. Pero pasaban los días y Sánchez parecía ausente. Sin embargo, anoche, se prestó a un entrevista en la cadena pública. No era esta todavía una ocasión para que el presidente rindiera cuentas –al fin y al cabo, lleva muy pocos días en la Moncloa–, sino más bien para que expusiera grandes líneas de acción y señalara algunas prioridades. En todo caso, había expectación para escuchar a Sánchez respondiendo ya como presidente. Y no la defraudó.
Lo primero que llamó la atención fue el formato de esta entrevista, que a diferencia de las que se estilaban en otras épocas fue de corta duración, sin circunloquios, muy dinámica y no exenta de respuestas concretas. Las más destacables quizás sean las relativas a su deseo de agotar la legislatura y permanecer en el poder hasta el 2020, así como las referidas a la cuestión catalana. Dijo, en este ámbito, que espera entrevistarse formalmente con Quim Torra, presidente de la Generalitat, a principios del próximo mes de julio, y que considera razonable, una vez termine la instrucción, el traslado de los políticos independentistas presos a cárceles catalanas, además de recuperar la comisión bilateral Estado-Generalitat, que no se reúne desde el 2011.
Sánchez dijo hasta tres veces, en los compases iniciales de la conversación, que el principal mandato de su Gobierno es la regeneración de la vida democrática, como si quisiera seguir cabalgando la ola que le permitió presentar la moción de censura que tumbó a Rajoy. Pero fue también explícito al insistir en su vocación europeísta –el sábado verá al presidente Macron en París– y en su voluntad, a tal efecto, de estrechar lazos con Francia, Alemania y, asimismo, Portugal.
El presidente fue anoche claro al exponer la vocación social de su Gobierno y, siempre en busca de consensos, tuvo palabras amables para el PP. Puede decirse, en suma, que su primera entrevista dejó una impresión positiva, como la dejaron sus primeras decisiones gubernamentales, referidas en el segundo párrafo de este editorial. Y, por último, dio la sensación de querer mantener la iniciativa exhibida en las últimas semanas, imprescindible para un Gabinete como el suyo, que cuenta con un reducido apoyo parlamentario.