Kim y el amigo chino
Washington y Seúl suspenden las maniobras militares del mes de agosto
El líder de Corea del Norte está de visita en Pekín, la primera que el mandatario realiza de forma pública, para coordinar los próximos pasos en la estrategia de distensión iniciada con Estados Unidos y pilotada por el gigante asiático.
Por primera vez sin secretismos y a cara descubierta, el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, inició ayer una visita de dos días a Pekín con el fin de reunirse con el presidente chino, Xi Jinping, para informarle de la cumbre que mantuvo con Donald Trump y tejer una estrategia global en su relación con EE.UU. Un desplazamiento que revela el protagonismo del gigante asiático en la evolución del régimen de Pyongyang respecto a EE.UU. A su vez, Washington, al unísono con Corea del Sur, confirmó ayer la suspensión de las maniobras militares previstas en agosto, en un gesto diplomático para facilitar el diálogo con Corea del Norte.
Kim Jong Un inició ayer su tercer viaje a China en menos de tres meses y el primero de forma oficial, ya que en los dos anteriores sólo se confirmó su visita cuando ya había abandonado el país. Ahora no. Lo anunciaron primero la agencia de noticias Xinhua y la cadena estatal de televisión CCTV y luego lo confirmó el portavoz de Exteriores chino, Geng Shuang, sin tirar balones fuera, como en otras ocasiones.
“Esperamos que esta visita pueda ayudar a profundizar aún más las relaciones entre China y Corea del Norte, fortalecer la comunicación estratégica entre ambos países en temas importantes y promover la paz y la estabilidad regional”, dijo Geng en su cotidiana rueda de prensa en Pekín.
Las declaraciones de Geng no eran un brindis al sol, sino que subrayan el verdadero objetivo del desplazamiento del líder norcoreano a Pekín. Kim se ha trasladado a China para reunirse con Xi Jinping, explicarle el resultado de la cumbre que mantuvo con Trump en Singapur y buscar complicidades y una estrategia común de cara a la relación que acaba de inaugurar con EE.UU.
Y es que en la ciudad Estado asiática, Kim se comprometió a avanzar hacia la desnuclearización de su país a cambio de que Washington garantice su seguridad. Pero el joven líder norcoreano aspira a más, al igual que China. Kim quiere conseguir la flexibilización de las sanciones económicas que pesan sobre su país a cambio de sus promesas de desmantelar su arsenal nuclear y que EE.UU. ponga fin a sus maniobras militares al otro lado de su frontera y retire sus tropas estacionadas en Corea del Sur.
Unas aspiraciones que son compartidas por China. Sus líderes ya no se conforman con ser el mejor socio de Pyongyang. Pekín acaricia ya el éxito de su iniciativa de pedir a Pyongyang que cesara en sus pruebas nucleares y de misiles y que Washington dejara de hacer maniobras militares con Seúl. Ayer ambos países anunciaron la suspensión de sus “juegos de guerra” Ulchi Freedom Guardian en agosto. Un gesto con el que se pretende impulsar el diálogo con Pyongyang y que responde al anuncio hecho por sorpresa por Trump en Singapur.
Allí, el inquilino de la Casa Blanca también habló de retirar en su momento las tropas estacionadas en Corea del Sur. Una posibilidad considerada clave por Pekín para reducir el peso de EE.UU. en la península coreana y aumentar su influencia. Un objetivo que empieza a ser factible.
China aspira a que EE.UU. retire sus tropas de la península coreana y a incrementar su influencia en la región