Le Pen debe devolver 300.000 euros al Parlamento Europeo por un fraude
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, falló ayer contra Marine Le Pen, que deberá devolver casi 300.000 euros a la Eurocámara por haber empleado a una asistente ficticia. La presidenta del Reagrupamiento Nacional (RN) –el nuevo nombre del antiguo Frente Nacional (FN)– no está de acuerdo con la sentencia, que calificó de “escándalo”, y anunció un recurso.
La cantidad reclamada corresponde a los emolumentos percibidos por Catherine Griset, que supuestamente trabajaba para Le Pen en el periodo entre el 2010 y el 2016, cuando la líder ultraderechista francesa era eurodiputada. Ya en el último periodo en esta posición, a Le Pen se le retuvo parte de su salario ante la sospecha del fraude. Según el tribunal, no se han presentado pruebas válidas de que Griset cumplía en efecto la función por la que cobraba de la Eurocámara. Otros eurodiputados del antiguo FN, incluido su fundador, Jean-Marie Le Pen, fueron demandados por idéntico comportamiento. El caso de Luxemburgo es puramente administrativo, pero Marine Le Pen es perseguida por la justicia francesa por el mismo asunto, con consecuencias potencialmente más graves. Se cree que Griset, casada con un cuñado de Le Pen, trabajaba en realidad en la sede del partido en Francia pero, para cobrar de la Eurocámara, se la hizo pasar por colaboradora allí, aunque nunca se la vio ni en Bruselas ni en Estrasburgo.
El empleo de colaboradores ficticios parece ser un pecado muy francés. Fue condenado por ello el expresidente Jacques Chirac –por su época como alcalde de París–. Un empleo ficticio de su esposa en el Parlamento arruinó también la campaña presidencial al conservador François Fillon.
Marine Le Pen también fue noticia, durante el fin de semana, por haber visitado a su padre, de 90 años, en el hospital cerca de París donde se recupera de una fuerte bronquitis. Padre e hija mantienen desde hace unos años una relación tempestuosa debido a sus diferencias políticas. Jean-Marie Le Pen no ha digerido el cambio de nombre del partido. Cuando se adoptó la medida, la tildó de “traición”. Según se informó desde el entorno del viejo patriarca de la ultraderecha, en la visita evitaron hablar de política. Le Pen padre fue tratado con antibióticos y confía en poder abandonar en breve el centro hospitalario. Durante su estancia dedicó parte de su tiempo a ver los partidos de la Copa del Mundo de fútbol. En cuanto le den el alta, quiere seguir escribiendo la segunda parte de sus memorias.