De tolerancia cero a humanidad cero
SI la fotografía que este diario publicó en la página 3 de la edición de ayer –niños inmigrantes encerrados en una jaula y durmiendo en el suelo– ilustraba de manera elocuente hasta qué punto puede llegar la política de tolerancia cero de la Administración Trump contra la inmigración ilegal, unas grabaciones de sonido hechas públicas ayer permitieron oír los desgarradores llantos de esos niños separados de sus padres, desorientados y asustados.
Esta medida ha sido muy duramente criticada por el Partido Demócrata, por la ONU, por las oenegés, por numerosas confesiones religiosas estadounidenses e incluso por la vieja guardia del Partido Republicano. Hasta la esposa del presidente, Melania Trump, ha declarado: “Odio ver a niños separados de sus familias”.
La imagen de los niños encerrados en jaulas debería no sólo indignar, sino también agitar todas las conciencias. Se trata de una práctica terrible que el presidente Trump está usando como arma para intentar lograr en el Congreso un pacto contra la inmigración. Los más de 2.400 niños separados de sus padres y trasladados a centros de internamiento como si fueran delincuentes son los rehenes que utiliza Trump en su estrategia de equiparar inmigración con delincuencia y presionar al legislativo para conseguir un acuerdo nacional cueste lo que cueste.
La Administración Trump optó por separar las familias como método para disuadir de la entrada ilegal al país. Luego lo negó y finalmente, con el grosero argumento de que no hace más que cumplir la ley, el Gobierno decidió llevar por la vía penal, y no administrativa, a toda persona que intente cruzar la frontera y, mientras se resuelve el caso en los tribunales, separar a los niños de sus padres. Una separación forzada que puede causar serios traumas a los menores y que es una clara muestra de la deshumanización del actual Gobierno estadounidense para afrontar este problema. El fiscal general, Jeff Sessions, ha llegado a citar la Biblia para defender su política. “Se debe obedecer la ley del Gobierno porque Dios lo ha ordenado a fin de mantener el orden”, dijo citando a san Pablo, a lo que una alta jerarquía religiosa le replicó: “¿Habría separado Trump a Jesús de José y María?”.
La política de Trump en este campo puede ser calificada de cruel, injusta e inmoral. Las imágenes y los sonidos de niños en jaulas, envueltos en mantas de aluminio para combatir el aire acondicionado de los centros de internamiento, han horrorizado a media humanidad, pero no harán cambiar de opinión al presidente. “No pediremos disculpas por cumplir la ley”, ha dicho su portavoz. Al menos, ahora el mundo ya conoce la cara más inhumana de Donald Trump.