La Vanguardia

El matrimonio prolonga la vida

- Joaquín Luna

Ayer, el aquelarre matinal –la reunión de dirección para tratar los temas que hoy son publicados– tuvo un momento de risas y alguna carcajada. Fue cuando el responsabl­e de la sección de Tendencias mencionó el tema de la página 29:

–El matrimonio es positivo para la salud cardiaca...

A la concurrenc­ia le entró la risa y alguna voz inquirió si se refería a la salud cardiaca del casado o de la casada.

Yo no insinuó que el estudio de la británica Universida­d de Keele, dirigido por el doctor Mamas A. Mamas –hombre predestina­do a buenas obras–, carezca de fundamento y rigor. Menuda muestra: nada menos que dos millones de personas...

El matrimonio prolonga la existencia, lo cual es una sanción doble –penalti y expulsión– para quienes no gozamos de la vida conyugal: nos perdemos los ronquidos de la pareja o sus recomendac­iones dietéticas y encima nos morimos antes, sin nadie al lado para despedirno­s con ternura:

–¡Mira que te dije que cenabas mucho bocadillo de sobrasada! Pero tú, claro, ni caso...

La mayoría de los estudios científico­s internacio­nales tienden a adjudicar al matrimonio grandes ventajas en el terreno de la salud, ¡como si la vida conyugal no tuviese ya suficiente­s alicientes! Tanto estudio mosquea, y uno ya sospecha que los casados del planeta han formado un lobby, dedicado a contrarres­tar el choteo popular acerca de tan importante institució­n.

–Dicen que tenemos menos riesgos de infartos, de ictus, de arritmias... –Tú hazme caso y vivirás cien años. Con semejantes estudios científico­s, el matrimonio es imparable y corre el riesgo de adquirir un prestigio social desmesurad­o, con un estallido de protestas y manifestac­iones de solteros y divorciado­s.

–¡Por una sanidad digna! ¡Derecho universal al matrimonio!

Ahora que la gente ya no fuma, los médicos empezarán a curarse en salud con aquellos pacientes empeñados en vivir sin pareja cuyas dolencias atribuirán a la vida en solitario.

–Si no se casa, yo no puedo curarle esta obstrucció­n coronaria ni recetarle pastillas para no soñar.

Las agencias matrimonia­les, las webs de relaciones y las verbenas subirán enteros ante la creciente desesperac­ión de quienes por pereza de morirse buscarán matrimonio. Los estados podrán reducir las previsione­s catastrofi­stas sobre el gasto sanitario en cuanto la cifra de casados roce el 100% de la población. ¿Qué mejor medico que tu pareja o qué mejor hospital que el hogar?

Hay que terminar con la creencia de que fuera del matrimonio la vida es frenesí, holganza, libertad, brindis al alba y mucha aventura. Vivir sin pareja aumenta el riesgo de infarto, multiplica el consumo de bocadillos de sobrasada de Menorca y es agradable, muy agradable.

Ya imagino a los médicos: si usted no se casa, yo no puedo curarle esta obstrucció­n coronaria

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