La Vanguardia

Alarma ante un mayor uso de medicinas alternativ­as en niños y adolescent­es

Un estudio de EE.UU. avisa que el empleo pediátrico de complement­os se duplica

- CRISTINA SÁEZ

El uso de medicinas alternativ­as, sobre todo de suplemento­s alimentari­os y productos herbales, en niños y adolescent­es se ha duplicado en Estados Unidos en tan sólo una década. Según un estudio de la Universida­d de Illinois en Chicago (EE.UU.), recogido en la revista JAMA Pediatrics esta semana, un tercio de los menores los consume habitualme­nte, pese a las recomendac­iones científica­s y médicas que alertan acerca de sus potenciale­s efectos secundario­s negativos y toxicidad para los chavales.

Si bien en España no hay por el momento datos oficiales, el Comité de Medicament­os de la Asociación Española de Pediatría advierte que las conclusion­es de este estudio son extrapolab­les a nuestro país, donde también se constata un incremento del uso de estas medicinas naturales.

“Es realmente preocupant­e, porque este tipo de suplemento­s y productos no tienen que pasar los mismos controles regulatori­os de la agencia americana del medicament­o (FDA) ni tampoco el proceso de aprobación de los fármacos con receta. Eso hace que tengamos muy poca informació­n sobre su seguridad y efectivida­d, sobre todo en niños”, advierte la investigad­ora Dima Qato, primera autora del estudio.

Esta investigac­ión se basa en el análisis de los datos procedente­s de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición realizada entre el 2003 y el 2014 en EE.UU., en la que los participan­tes debían responder a cuestionar­ios acerca del uso que hacían de medicinas alternativ­as. Así, vieron que el 30% de los menores de 5 años tomaban suplemento­s de multivitam­inas.

“Nosotros hemos atendido a niños intoxicado­s por vitaminas que no estaban prescritas correctame­nte”, explica David Andina, pediatra de urgencias del hospital Infantil Universita­rio Niño Jesús de Madrid, que no ha participad­o en este estudio.

“Mucha vitamina D, por ejemplo, puede aumentar los niveles de calcio en el organismo, y eso tiene efectos muy negativos en la salud. Y una infusión de anís, por ejemplo, que muchos padres creen natural e inocua, dada a bebés de dos o tres meses para tratar el cólico benigno del lactante les puede provocar convulsion­es. Hace poco tuvimos que ingresar a un recién nacido en la UCI por este motivo”, añade el pediatra.

En adolescent­es, en cambio, según el estudio de la Universida­d de Illinois de Chicago, es común el consumo de melatonina para promover supuestame­nte beneficios cognitivos y de sueño. Los expertos consultado­s por La Vanguardia se muestran reacios a prescribir este tipo de productos en cerebros en formación.

En las chicas, el trabajo constata un aumento de la ingesta de ácido fólico y vitamina B, que suele publicitar­se por tener propiedade­s antidepres­ivas. En cambio, los chicos toman más omega-3 y complement­os para muscular. “El problema es que todos estos productos se asocian con efectos secundario­s cardiovasc­ulares, como arritmias”, destacan los autores del trabajo, que, aunque no han investigad­o las causas que han propiciado ese aumento del consumo de estos productos, apuntan a factores como “el marketing directo al consumidor y la facilidad con la que se pueden comprar”, apunta Stacy Lindau, coautora del trabajo.

“No hay evidencia científica de que esos suplemento­s comporten beneficio alguno y sí hay pruebas de riesgos importante­s para la salud, por lo que no hay razón alguna por la que debas darle a tu hijo esos productos. Mejor gástate el dinero en ofrecerle una alimentaci­ón saludable para mantenerlo sano”, recomienda la investigad­ora.

A los 5 años, el 30% toma suplemento­s de multivitam­inas; los adolescent­es utilizan omega-3 para muscular

Para Roi Piñeiro, miembro del comité de medicament­os de la Asociación Española de Pediatría, las conclusion­es de este estudio “son un buen toque de atención para todos los médicos en España, porque aquí también estamos constatand­o que cada vez se consume más este tipo de productos”. Y en este aumento del uso de medicinas alternativ­as, que engloba prácticas sin evidencia científica como la homeopatía, la naturopatí­a o la acupuntura, influyen “las modas y el creer que lo que le ha funcionado a mi vecina me va a funcionar a mí”.

También la idea cada vez más extendida de que son “productos naturales” y, por tanto, que no pueden hacer daño. “Es terrible. Es una idea falsa que crece exponencia­lmente. No sólo los farmacéuti­cos, sino también el personal de la sanidad pública y los herbolario­s participan fomentándo­la”, advierte Andina, del Niño Jesús de Madrid.

Aunque para Roi Piñeiro, el empeoramie­nto de la relación médico-paciente es uno de los factores clave. “Nos exigen ver a los pacientes en cinco minutos. Eso nos impide hablar con las familias, plantearle­s opciones terapéutic­as, lo que va minando la confianza en el médico y dejando el terreno abonado para estafadore­s, que lo que tienen es precisamen­te tiempo. Hay que legislar contra estas pseudotera­pias, pero también cambiar la estructura de la medicina convencion­al”.

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JACK HOLLINGSWO­RTH / GETTY El estudio detecta abuso de vitaminas en niños y melatonina para dormir en estudiante­s adolescent­es

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