Alarma ante un mayor uso de medicinas alternativas en niños y adolescentes
Un estudio de EE.UU. avisa que el empleo pediátrico de complementos se duplica
El uso de medicinas alternativas, sobre todo de suplementos alimentarios y productos herbales, en niños y adolescentes se ha duplicado en Estados Unidos en tan sólo una década. Según un estudio de la Universidad de Illinois en Chicago (EE.UU.), recogido en la revista JAMA Pediatrics esta semana, un tercio de los menores los consume habitualmente, pese a las recomendaciones científicas y médicas que alertan acerca de sus potenciales efectos secundarios negativos y toxicidad para los chavales.
Si bien en España no hay por el momento datos oficiales, el Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría advierte que las conclusiones de este estudio son extrapolables a nuestro país, donde también se constata un incremento del uso de estas medicinas naturales.
“Es realmente preocupante, porque este tipo de suplementos y productos no tienen que pasar los mismos controles regulatorios de la agencia americana del medicamento (FDA) ni tampoco el proceso de aprobación de los fármacos con receta. Eso hace que tengamos muy poca información sobre su seguridad y efectividad, sobre todo en niños”, advierte la investigadora Dima Qato, primera autora del estudio.
Esta investigación se basa en el análisis de los datos procedentes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición realizada entre el 2003 y el 2014 en EE.UU., en la que los participantes debían responder a cuestionarios acerca del uso que hacían de medicinas alternativas. Así, vieron que el 30% de los menores de 5 años tomaban suplementos de multivitaminas.
“Nosotros hemos atendido a niños intoxicados por vitaminas que no estaban prescritas correctamente”, explica David Andina, pediatra de urgencias del hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, que no ha participado en este estudio.
“Mucha vitamina D, por ejemplo, puede aumentar los niveles de calcio en el organismo, y eso tiene efectos muy negativos en la salud. Y una infusión de anís, por ejemplo, que muchos padres creen natural e inocua, dada a bebés de dos o tres meses para tratar el cólico benigno del lactante les puede provocar convulsiones. Hace poco tuvimos que ingresar a un recién nacido en la UCI por este motivo”, añade el pediatra.
En adolescentes, en cambio, según el estudio de la Universidad de Illinois de Chicago, es común el consumo de melatonina para promover supuestamente beneficios cognitivos y de sueño. Los expertos consultados por La Vanguardia se muestran reacios a prescribir este tipo de productos en cerebros en formación.
En las chicas, el trabajo constata un aumento de la ingesta de ácido fólico y vitamina B, que suele publicitarse por tener propiedades antidepresivas. En cambio, los chicos toman más omega-3 y complementos para muscular. “El problema es que todos estos productos se asocian con efectos secundarios cardiovasculares, como arritmias”, destacan los autores del trabajo, que, aunque no han investigado las causas que han propiciado ese aumento del consumo de estos productos, apuntan a factores como “el marketing directo al consumidor y la facilidad con la que se pueden comprar”, apunta Stacy Lindau, coautora del trabajo.
“No hay evidencia científica de que esos suplementos comporten beneficio alguno y sí hay pruebas de riesgos importantes para la salud, por lo que no hay razón alguna por la que debas darle a tu hijo esos productos. Mejor gástate el dinero en ofrecerle una alimentación saludable para mantenerlo sano”, recomienda la investigadora.
A los 5 años, el 30% toma suplementos de multivitaminas; los adolescentes utilizan omega-3 para muscular
Para Roi Piñeiro, miembro del comité de medicamentos de la Asociación Española de Pediatría, las conclusiones de este estudio “son un buen toque de atención para todos los médicos en España, porque aquí también estamos constatando que cada vez se consume más este tipo de productos”. Y en este aumento del uso de medicinas alternativas, que engloba prácticas sin evidencia científica como la homeopatía, la naturopatía o la acupuntura, influyen “las modas y el creer que lo que le ha funcionado a mi vecina me va a funcionar a mí”.
También la idea cada vez más extendida de que son “productos naturales” y, por tanto, que no pueden hacer daño. “Es terrible. Es una idea falsa que crece exponencialmente. No sólo los farmacéuticos, sino también el personal de la sanidad pública y los herbolarios participan fomentándola”, advierte Andina, del Niño Jesús de Madrid.
Aunque para Roi Piñeiro, el empeoramiento de la relación médico-paciente es uno de los factores clave. “Nos exigen ver a los pacientes en cinco minutos. Eso nos impide hablar con las familias, plantearles opciones terapéuticas, lo que va minando la confianza en el médico y dejando el terreno abonado para estafadores, que lo que tienen es precisamente tiempo. Hay que legislar contra estas pseudoterapias, pero también cambiar la estructura de la medicina convencional”.